Nada nuevo bajo el sol.


En esta farsa en la que, en ocasiones, se trastoca la vida, sucede que hay quien trata de distraernos de la realidad, de desviar nuestra mirada hacia el lugar equivocado para encubrir su verdaderas intenciones o para ganar tiempo a fin de poder echar tierra sobre sus propios errores.

Constantemente vemos comportamientos de este tipo, en cualquier circunstancia, momento o lugar. No importan aquí las ideologías, naturalezas o creencias; siempre habrá personas dispuestas a crear su particular cortina de humo con la “sana intención” (al menos para ellos) de escabullirse o, en su defecto, acechar en medio de la confusión.

Tampoco el mundo bdsm consigue librarse de contar entre sus miembros con individuos que responden a este perfil y que gustan de generar cuanto más ruido y desorden mejor para así obtener su ganancia del río revuelto.

Pero…, quisiera contaros una anécdota acaecida hace ya algún tiempo para que veáis que, lo que he expuesto aquí, no supone novedad alguna y que, a pesar de que lo que os voy a contar os pueda parecer fruto de otra época, sigue teniendo tanta vigencia como la primera vez en que se relató.

Alcibíades (450-404 a.C.) no es que pueda ser considerado como un ejemplo de integridad ya que, si por algo es conocido, es por sus continuos cambios de bando en las guerras intestinas que asolaron la Grecia clásica allá en la antigüedad. Sin embargo, se cuenta que, en cierta ocasión, sin que existiera ningún motivo aparente, cortó el rabo de un perro que deambula por las calles ante la atónita mirada de los viandantes. Cuando estos le recriminaron por su brutal y arbitraria actitud, él les expuso con sorprendente honestidad que, mientras empleaban su tiempo en criticarle por aquel acto, no se ocupaban de pedirle explicaciones por cuestiones derivadas de sus decisiones políticas que, en cambio, eran mucho más importantes y que les afectaban a todos.

Como podéis ver, todo está inventado.


Por cierto, a este sufrido can le erigieron una estatua que puede verse actualmente en el Victoria Park de Londres.

Un saludo a todos.

Comentarios

  1. Buenas noches,

    Debo confesar que me ha sorprendido el carácter del post de esta tarde y me ha hecho reflexionar...

    Seguro que existe quien usa el barullo (por así llamarlo) para disimular sus verdaderas intenciones, pero...como ser conscientes de este truco? como conseguir centrar la atención en sus ocultas intenciones y no en sus artimañas?

    No creo que se deba ir desconfiando por sistema, pero....Quizás...observar con atención y precaución? imagino que quien usa esta técnica irá generando barullo allí por donde pase...pues imagino que se genera esa necesidad constantemente...

    Sinceramente no había pensado nunca en ello...y el ejemplo del pobre perrete me ha resultado imprescindible para entenderlo.

    Muy buen post mi Señor!!!
    A Tus pies.

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  2. Me alegra que la entrada te haya aportado un nuevo punto de vista, mi sierva, y..., sobre lo de desconfiar por sistema, yo también pienso que muchas veces resulta contraproducente, pero eso tampoco significa que se deba confiar a ciegas.

    Besos y azotes.

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