Repostería didáctica.
No son pocas las ocasiones en las
que; observando las reacciones de otras personas al expresar mi opinión; tiendo
a pensar que debo de ser una especie de bicho raro cuya ubicación en el tiempo
y el espacio no ha sido convenientemente calculada. Tampoco han faltado quienes
me han dedicado tan indeterminado epíteto directamente y sin ambages (lo cual,
en principio, es muy de agradecer) aunque con desigual fortuna en función del
tono y las formas con que lo hayan aplicado.
No obstante, hay también
infinidad de circunstancias en las que; parece ser; no estoy solo a la hora de
defender según que tipo de planteamientos. Es, precisamente, uno de esos casos
el que me gustaría comentaros.
Hace unos días, mientras ojeaba
el diario La Nueva España , me detuve a
leer un artículo escrito por Daniel Capó y que llevaba por título “La prueba de la magdalena”. En él se
hacía referencia a un pequeño experimento que se realizó en la Universidad de
Standford entre algunos de los hijos del personal de ese mismo centro. A los
niños de cuatro años que acudían a la guardería instalada en la Universidad se les
hizo una curiosa propuesta. Todos recibirían una magdalena que podrían degustar
de inmediato si ese era su deseo. Pero, si aguardaban quince minutos antes de
hacerlo se les haría entrega de otra magdalena adicional. Los hubo que la
devoraron al instante y otros que decidieron esperar para poder recoger “los dividendos”.
Lo curioso de este tema es que,
según dicen, años más tarde, se pudo constatar que aquellos que no habían cedido
a la tentación resultaron ser mejores estudiantes que los que sí lo habían
hecho. En el artículo no se menciona, pero, estoy convencido de que un amplio
porcentaje de los primeros también terminaron demostrando ser unos grandes
profesionales. Lo que sí se mencionaba era la importancia de estimular ciertos
valores; como el esfuerzo, la perseverancia o la creatividad; desde edades muy
tempranas. Algo, a mi entender, de lo más razonable.
Por desgracia, ante cuestiones
tan de sentido común como esta, una y otra vez fallamos en lo mismo, que es, ni
más ni menos, el hecho de predicar con el ejemplo. Aplicarnos a nosotros mismos
lo que la lógica aconseja de un modo insistente.
Con el bdsm, sucede con demasiada
frecuencia que se tiende a ceder al beneficio inmediato, al placer momentáneo,
hipotecando así las ventajas que pudieran obtenerse en un futuro.
La paciencia, el tesón, cobran
aquí mayor importancia si cabe y, en cambio, parecen ser siempre algunas de las
virtudes de las que más escasea este mundo.
Volviendo a aquel experimento
acaecido en California años atrás…, lo que más me sorprende no es que haya
niños de cuatro años con fuerza para vencer ese impulso de satisfacción
inmediata (que si no fueran capaces de gestionar sería de lo más natural) si no
que existan personas a las que les resulte imposible refrenarse teniendo
bastantes más primaveras a sus espaldas.
Lo dicho…, rarito que es uno.
Feliz dia mi Señor,
ResponderEliminarNada puedo decirte que no sepas ya de mí, pero como soy una parlanchina me gusta dejar aquí también mis palabras...
Siento vergüenza al ver que un crío sea capaz de controlarse de esa manera, y yo, que soy adulta (o eso se supone) tenga tantos problemas para contener mis impulsos caprichosos....auf...pero no hay nada que con practica no se consiga verdad????
Seguro que Tu puedes ser un gran candidato para ayudarme....
Un gran abrazo
Como suelen decir: "La paciencia es la madre de la ciencia", aunque, eso sí, cueste a horrores llevarla a buen término.
ResponderEliminarRespecto a esa candidatura..., gracias por haber pensado en mi a la hora de nominarme.
Un beso y un azote.