¡¡CAUTION!!



La fauna que puebla este microcosmos que conforma todo lo relacionado con el bdsm suele resultar (a pesar de lo que pudiera pensarse en función a su aparente marginalidad) de lo más variada y singular. No dejará de haber quien se encuentre en disposición de afirmar que muchos de esos especimenes no resultan exclusivos del ámbito D/s; lo cual  es muy cierto; y que el hecho de poder encontrarnos con ellos en cualquier circunstancia de muestra común existencia resulta más que probable.

Quien más, quien menos, a todos nos ha tocado lidiar en algún momento con individuos de escasos escrúpulos y, más bien, oscuras intenciones, por lo que a más de uno, lo que voy a exponer a continuación, le sonará bastante.

 Entre la multitud de foros que existen sobre la temática que aquí suele tratarse, se suele debatir con cierta frecuencia el abuso que ciertos dominantes, en su condición de tal, suelen ejercer amparándose en la incuestionable obediencia que, se supone, les debe ser ofrecida. Yo diría que, en muchos de esos casos, si escarbáramos un poco, nos encontraríamos con que se trata de personas que de “dominante” solo tienen el nombre. Ahora bien. De lo que no se suele hablar tanto es de lo que viene a suponer; justamente; el caso contrario. Me explico, de aquellas sumisas (o sumisos) cuyas verdaderas motivaciones se alejan bastante de lo que viene a ser una sincera y meditada voluntad de someterse.

Con mayor frecuencia de la que sería deseable, suele suceder que aquellos que dicen entregarse a un/una dominante entran en una dinámica que, para mi, nada tiene que ver con la sumisión. Lo que en un principio se “disfraza” de sometimiento y adhesión incondicional, no tarde en trasformarse en lo que en realidad es: una continuada y cansina sucesión de reproches, excusas y desaires. Asistimos entontes, no ya a un estancamiento en la afirmación del vinculo entre dominate y sometido si no, más bien, a un retroceso de consecuencias bien predecibles. Viene a ser como si al Am@ en cuestión se le estuviera diciendo…, por un lado: “Quiero entregarme” y por el otro: “Si no actúas como yo quiero…, te lo haré pagar”. Y es que ahí reside lo más penoso de toda esta cuestión. ¿Qué metas se esperan alcanzar con esa aptitud? ¿Qué tipo de sumisión es esa? Y…, lo más importante, ¿se le puede llamar a eso sumisión? Porque…, y esto es lo peor, cuando este tipo de personas no ven colmadas sus exigencias, si todo lo demás falla, no dudan ni por un instante en dejar en evidencia a sus mentores mediante el uso de cualquier tipo de pretexto. ¿No sería mejor pasar página de un modo civilizado y dejarse de batallas, tan inútiles como cruentas, por obtener de alguien lo que se sabe que no está dispuesto a dar?

He de decir que, cuando esto sucede, también los dominantes tenemos buena parte de la culpa. Y sí, es verdad. Somos culpables por no saber imponernos (sin estridencias ni malos modos) con firmeza, por no dejar claro cuales son nuestras condiciones y por no poner fin a una historia que; muchas veces; sabemos que no tiene futuro. Hay personas muy hábiles a la hora de aprovechar esas debilidades pero, si lo hacen, es porque las dejamos.

Siempre he dicho que, desde un principio, las cosas deben dejarse claras y si a las primeras de cambio ya empezamos con excepciones…, entonces, mal vamos. Los actos de nuestros sometid@s reflejan la calidad de nuestras enseñanzas y, cuando no se muestran dign@s de ellas, no debemos sentirnos obligados a compartirlas. A veces parece como si los dominantes tuviéramos que estar rindiendo cuentas en todo momento y fuéramos los únicos con la obligación de poner de nuestra parte, como si fuéramos una especie de sommeliers ambulantes de sado a la carta. ¿Pues sabéis qué? Entiendo y respeto que una sumisa me pueda decir: “Quiero que me hagas esto y lo otro, que lo hagas de esta forma, en este sitio y durante este tiempo” siempre y cuando, eso sí, ella entienda y respete que yo le diga: “Ok, a tanto la hora”. Mejor eso que implicarme con alguien que pretenda engatusarme para después darme una puñalada por la espalda.


Aunque eso, como siempre, solo es mi opinión.

Un saludo a todo el mundo.


Comentarios

  1. Buenos días mi Señor...

    Por desgracia los disfraces no entienden de sexos, los hay tanto para hombres como para mujeres, y por lo tanto para Dominantes y sumis@s...

    De nuevo mi Bisa viene a mi mente...pues ella me decía: "Cuida tus hechos. Somos lo que hacemos, no lo que decimos ni lo que creemos que somos"...

    Y...me pregunto lo que Tu....¿que se pretende con un disfraz? ¿que reporta el engaño?...

    Al final del día, cuando me quedo en mi soledad, necesito tener paz en mi interior, los demás pueden opinar de mil maneras de mí, pero y yo...¿que opino de mi?...y ahora en este camino a Tu lado debo añadir otra pregunta al final del día ¿que opina mi Señor?...

    "Déu n'hi do!!!" con el post...jijiji

    Besitoooo

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  2. Ya te he dicho en alguna ocasión (por diversos motivos) que tu bisabuela tuvo que ser una persona muy sabia, mi dulce dana. Que pena que tantas y tantas veces nos ofusquemos en cuestiones triviales y nos olvidemos (u obviemos) lo realmente importante. Que farem.

    Un beso y un azote.

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  3. Creo mi Señor que era muy sabia pero por desagracia estaba fuera de época. Ella hubiera sido feliz en este momento, pues su espíritu era salvaje como el mío y la época en que vivió le impedía vivir con el esplendor que ella emitía.

    Vio en mi lo que ella deseaba, la posibilidad de vivir en libertad, de sentir y desarrollar todo cuanto deseara...Espero que allí donde esté se sienta orgullosa de mí, porque aunque no lo crea, esos fines de semana que pasé a su lado, hicieron mella en mi ser...

    Me dicen como reproche que me parezco a ella, pero no conocen que para mi es un halago pues jamás he conocido mujer más excepcional que ella. No le llego a la suela del zapato...y dejo ya de hablar de ella que me invade la emoción y no es plan de arruinar el esplendido dia en Tu ciudad...

    Besitos, mimitos y todo cuanto desees.

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