Líneas rojas.



Sé que, nos guste o no, en cualquiera de las muchas facetas que presenta nuestro día a día, son muchas las cosas que se dan por sentadas sin que, realmente, tengamos un motivo que respalde tan engañosa e infundada certeza.

Cuando hablamos de todo cuanto rodea las relaciones D/s, se dan muchas situaciones donde, esto, se refleja de un modo muy notorio y, una en particular, me llama poderosamente la atención.

Desconozco hasta que punto os sentiréis identificados al leer lo que voy a exponer a continuación, pero seguro que a la inmensa mayoría de vosotros os va a sonar de algo, y es que entre nosotros, pobladores del indeterminado y etéreo universo bdsm, suelen establecerse vías de comunicación de índole muy diversa. Resulta muy lógico el hecho de buscar el modo de compartir experiencias y ampliar nuestras miras y conocimientos. Pero, es tal la diversidad de nuestro mundo, tan amplio el expectro que abarcan nuestros gustos y preferencias, que resulta imposible pretender establecer una uniformidad incuestionable que, por otra parte, en poco ayudaría a ampliar nuestros horizontes.

Dicho esto, a veces, nos encontramos con personas que confunden la cuestión “compartir” con otra, un tanto distinta, que sería la de “interrogar”. Aquí entran en conflicto  las libertades de cada uno, pero, eso sí, no tiene por qué haber ningún problema porque es cada cual el que determina hasta donde quiere “compartir” y ninguno de nosotros (al menos esa es mi opinión) deberíamos insistir o molestarnos cuando no vemos nuestra curiosidad satisfecha.

No dejo de estar al tanto de la sutil incoherencia que encierran mis palabras cuando me refiero a  aspectos vinculados con el entrono D/s, pero no debemos olvidar que; por muy extrovertida que pueda parecer una persona, por mucho que sea el morbo o la sordidez que empleé habitualmente en sus comentarios; no dejará de tener parcelas de su intimidad que no deseé desvelar y, cuando así sea, no hay discusión o reproche posible. Todos somos libres de decir o callar lo que creamos oportuno (incluso reos y criminales tiene ese derecho) así que no acabo de comprender porqué esta circunstancia suele estar en el origen de tantas y tantas desavenencias y desencuentros.

Para ilustrar un poquito cuanto he plasmado aquí, os dejo este video donde se aborda este tema en clave de humor mediante un lenguaje bastante explícito.

Espero que, al menos, os arranque una sonrisa.

Saludos.





Si os ha gustado este video-montaje, sabed que es obra de “loulogio” y que si lo buscáis en youtube.com daréis con más muestras de sus inquietudes artísticas.


Comentarios

  1. ains mi Señor....he tenido que dejar un tiempin desde ver el video hasta comentar...muuuuy bueno...de verdad...me he redo muchísimo...gracias!

    Intentaré comentar al resto si es que puedo porque me viene el video a la mente y me dala risilla otra vez...centrémonos...

    Creo que la necesidad de compartir forma parte de nuestra propia esencia. Somos seres sociales y así lo necesitamos, pero como todo, somos diferentes, unos mas extrovertidos que otros.

    Muchas veces creemos que nuestra necesidad es la de los demás, y exigimos conocer del otro en el mismo grado que nosotros lo haríamos, pareciéndonos un exceso o defecto según el otro sea mas o menos extrovertido.

    Bien sabes que yo soy bastante reservada y en ocasiones me cuesta comprender y que me comprendan.

    El respeto es la base de todo en las relaciones para poder dar libertad de contar lo que cada uno necesite y del modo que lo necesite.

    A Ti mi Señor necesito confiarte toda mi intimidad hasta quedarme sin ella para que podamos llevar hacia delante nuestro especial vinculo...Ayúdame mi Señor a vencer cualquier temor de desnudar mi ser para que conozcas por completo mi esencia y puedas conducir mi entrega...

    A los demás...ni lo deseo ni lo creo conveniente...todo en su justa medida.

    Me gustó la combinación de sensaciones de este post...me gusta dejarme sorprender por Ti cada día.

    A Tus pies.

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  2. Yo pienso, mi dulce dana, que la intimidad fluye en si misma. Un poco raro, lo sé, como casi todo lo que suele quedar anclado en mi mente, pero una cosa es hablar sobre aquello que a cada cual le apetece en un momento determinado y, otra bien distinta, es tener el convencimiento de que seremos comprendidos sin tener que ser juzgados.

    Mucho de lo que se calla no es por verguenza, cobardía o temor a represalia. Es simplemente porque no pensamos que nuestras palabras puedan ser asimiladas, entendidas o valoradas por nuestros interlocutores. Sin ello, no puede haber intimidad y, sin esa intimidad, la confianza no surge.

    Un beso y un azote.

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