Templanza.
En el umbral del
deseo,
entre pasiones
marcadas por desenfreno imparable,
surge la calma de una
mirada quieta,
de la impasible luz
que emana de unos ojos oscuros.
Sin exagerados gestos
ni frases grandilocuentes,
lleva el sosiego hasta
un alma atormentada,
recogiendo el fuego
que la consume
para usarlo de
estrella con la que orientar sus pasos.
No es frialdad ni,
tampoco, desapego;
no es un huir de la
llamada profunda.
Es el deleite de los
placeres pequeños
y la búsqueda
inconsciente de las mejores hazañas.
En cada gesto, aunque no comprenda, hallo un porque.
ResponderEliminarSi escucho atenta me invaden motivos que hablan de un sentido.
Quizas desde fuera se pierdan las forman
que tan claras resultan estando inmersa.
No hay duda de que esa templanza que emana de Tu ser,
es refugio y guia cuando el tomento me abriga,
Y en el consuelo de Tu mirada,
me pierdo para hallar mi sosiego.
No dejes nunca, mi amado Señor, de permitirme el reflejo de esos ojos
que contienen el brillo de mi oscuridad
y el sonido de mis silencios.
Timida me veré en ellos y contemplaré cuanto Tu ves.
Deseas mostrarme el mundo a traves de ellos?
A Tus pies, mi Señor
Mientras así lo desees..., puedes continuar asomada al horizonte que se abre en mi pensamiento.
EliminarUn beso y un azote.