Demonios.



Hay ocasiones en las que una determinada cuestión parece adquirir una relevancia especial y, como si de una inquietud colectiva se tratase, adquiere tintes recurrentes. No solo eso, también parece como si el destino se empeñara en ponernos a prueba y nos fuera imponiendo retos inesperados y nunca antes asumidos. Eso es, precisamente, lo que parece estar ocurriendo de un tiempo a esta parte con los temores que surgen dentro y fuera de nuestro mundillo.

No siempre (o, más bien, nunca) nos resulta fácil el hecho de bregar con nuestros propios fantasmas. Incluso, diría yo, que esto viene a constituir uno de los mayores desafíos a los que tenemos que enfrentarnos en nuestro día a día.

Fobias, recelos, aprensiones; todo ello nos atenaza y condiciona en el momento de afrontar muchas de nuestras decisiones. Cuando estas se pueden postergar, no suele suponer un acto demasiado comprometido pues disponemos de tiempo para mentalizarnos y recurrir a aquellas soluciones que nos ofrezcan mayores garantías, lo cual, sin duda, contribuye a dotarnos de una mayor seguridad y una mejor perspectiva. Cuando, por el contrario, los retos que se nos presentan son imprevistos y su resolución ha de ser inmediata ya no nos resulta tan fácil asumirlos.


La D/s está plagada de circunstancias de este tipo (cualquiera con un mínimo de experiencia es consciente de este hecho) y es que; tanto para dominantes como para sometidos; la capacidad de adaptación entraña una enorme importancia.

Aunque no se trate de algo sobre lo que se pueda generalizar; pues, en gran medida, viene determinado por los factores personales de cada uno; si que existen ciertos paralelismos que nos resultan comunes a todos. Los hay que podrían englobarse dentro de aquellos de naturaleza puramente física: aguante, gestión del dolor, etc…, pero, tal vez, los que mayor esfuerzo requieren sean esos otros de carácter más psicológico.

No hay duda de que, a ese nivel, juegan un papel muy destacado los antecedentes personales de cada cual. Las experiencias previas pueden pesar, y mucho, en el momento de conducir nuestras propias emociones de un modo que pueda resultarnos provechoso.

Si atendemos a esto, es lógico que también, en determinadas circunstancias, puedan producirse bloqueos o situaciones donde el avance no solo se vea ralentizado si no que, incluso, se detenga por completo. Sobre este punto, yo me atrevería a afirmar que no existen demasiadas diferencias entre dominantes y sometidos ya que, ambos podrían verse expuestos a este tipo de circunstancias.

Las razones pueden ser de lo más variadas y, por ese motivo, no existen demasiadas alternativas que nos permitan salir airosos cuando nos vemos inmersos en un trance de estas características. Paciencia, observación y grandes dosis de sinceridad serían los remedios más efectivos y de aplicación más universal; aunque eso no quiere decir que nos vayan a ofrecer, necesariamente, un resultado a corto plazo.

Resulta natural que, en algunas ocasiones, nos veamos sometidos a una incontrolable, y a veces irracional, fuerza que emana de nuestros propios temores. Se trata de un hecho lógico y para nada censurable; pero cuando supone una barrera que nos impide disfrutar de aquello que ansiamos, cuando no nos protege si no que, simplemente, nos asila, no parece que cuente con demasiados aspectos positivos.


Además, conviene tener presente (creo que ya lo dicho en alguna otra ocasión) que la valentía no viene definida por la ausencia del miedo si no, muy al contrario, por las aptitudes que mostramos cuando este se manifiesta. Que seamos capaces de mostrarnos prudentes no solo es conveniente, también es necesario, pero una cosa es “la prudencia” y otra muy distinta “la renuncia”. La primera, aunque sea con cautela, nos permite evolucionar. La segunda, simplemente, nos estanca. Sea como fuere, la elección siempre serán nuestra. ¿No os parece?

Un saludo a todos.

Comentarios

  1. Excelente escrito...
    Muchas veces no podemos librarnos del miedo, del miedo que paraliza,no del que nos hace ponernos alerta descargando adrenalina...
    Son movimientos contínuos desde un límite a otro...

    Saludos azules desde mi playa que lo espera

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ...necesarios, pero como todo, en su justa medida.

      Saludos para ti también, algamarina, y, como siempre, un placer verte recalar en estas orillas.

      Eliminar
  2. Sabes bien como mi vida se paró por algo que jamás pensamos, como el terror se instaló en mi ser haciéndome apartar mi mayor deseo y todo aquello en lo que sueño, incapaz de verme de nuevo disfrutando.

    Me excusé y permití que el miedo me ganara, y se adueñara de lo que no le pertenece.

    Jamás tendré como agradecerte que estos días estés a mi lado, que me ayudes a enfrentarme a mis demonios y me concedas aquello que tanto necesito aunque ni yo misma sepa verlo.

    Yo elijo enfrentarme al miedo, luchar por permanecer fiel a mi esencia y no renunciar a lo que siento por difícil que sea...

    Pero mi Señor, yo te necesito...yo sola...no puedo...y aunque algun dia sea capaz por mi misma de enfrentarme, ahora necesito mas que nunca Tu guia, Tu consuelo, Tu exigencia y Tu cariño, sino me pierdo en mi temor....te lo suplico, no me permitas ahora que me salga del trazado, cógeme muy corta y llévame de tu mano...

    Prometo obedecer en todo y confiar para llegar a Ti.

    A Tus pies

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No temas, mi dulce sierva, de que te falte mi mano., pero ten a buen seguro que hay más fortaleza en ti de la que quieres reconocer.

      No hay mayor debilidad que la que suele instalarse en nuestras mentes y, una vez vencida, los miedos, aunque reales, ya no serán nuestros dueños.

      Un beso y un azote.

      Eliminar
    2. Sabes que mi temor es no ser digna de permanecer a Tus pies, pero la confianza que me muestras permite que dia a dia mis ganas por mejorar, por sentir y por vivir junto a Ti esta maravillosa experiencia vayan in crescendo...

      Donde no lo sé, pero contigo...

      A Tus pies

      Eliminar
    3. Dignidad. Pesada palabra cuando demasiadas esperanzas son depositadas sobre ella. Muchas veces una máscara; otras, tan solo un anhelo.

      No te apenes dulce sierva, pues muchas veces no lo es
      tanto el resultado como lo puede ser el empeño.

      Un beso y un azote.

      Eliminar
  3. Un saludo.
    Los miedos están en la cabeza junto con las soluciones y tantas cosas.
    Cuando se llega a una edad, uno se da cuenta que los miedos van desapareciendo y a toro pasado vemos las soluciones inmediatas. Se llama madurez.

    En pareja son otro tipo de miedos. Me parece imprescindible hablar y comunicar con sinceridad.
    Reconozco que como sumisa tengo "ventaja". Por mi naturaleza no doy un paso importante sin consultar y por la misma naturaleza, confío plenamente en Él. Cualquier fantasma que pudiera aparecer, lo comparto y en dos palabras, desaparece.

    De los miedos del Dominante no puedo hablar, desconozco el tema. Quizás admiro tanto sus mentes que creo que son personas poderosas para caminar y saber guiar y no transmitir a su sumisa esas inseguridades aunque las tuviera, no sé.

    Me ha gustado mucho leerle, señor Qarpatian.

    Un saludo y mis respetos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Comprendo el sentimiento que se esconde tras tus palabras y, por ello, no puedo por más que daros la enhorabuena a ambos.

      Puede ser tan fuerte ese vínculo que nada bueno parece imposible ni nada malo parece insalvable.

      En cuanto a los temores en uno dominante..., pasa un poco como con las "meigas". Puede que no creas en ellos pero... "haberlos hailos".

      Un saludo y vuelve cuando quieras.

      Eliminar
  4. Considero que el miedo es un mal necesario.

    El hecho de enfrentarnos a nuestros miedos, es una forma de evolucionar en nuestro camino. Desde luego, no siempre ganaremos, pero el aprendizaje, comprender y asumir cuales son nuestros límites, nos forma como personas.
    Eso, individualmente.

    En una pareja, la sinceridad y el respeto, considero que son primordiales, compartes tus temores con la persona que camina a tu lado. Lógicamente, eso te hace vulnerable a los ojos de él/ella, pero si la unión es perfecta(creo que eso no existe o al menos, no dura eternamente) logras aprender y lo más importante... avanzar en la relación.

    Personalmente, he compartido temores con parejas y ellas conmigo, el sentir el respaldo de la otra persona, nos hace, sino superar, si enfrentarnos a nuestros o sus, demonios internos.

    En estas tierras de D/s (en las cuales soy foráneo) no puedo opinar, ya que desconozco los miedos de ambos... pero no creo que diste tanto mis apreciaciones.

    1 abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre es un tema complicado ¿verdad?

      Lo cierto es que, de un modo u otro, los miedos siempre estarán ahí. La cuestión es como podemos hacerles frente sin perder del todo lo bueno que puede reportarnos su presencia (que también lo hay).

      Muy bueno el ejemplo de la vulnerabilidad que has expuesto porque, en si mismo, ya es un miedo. Ahora bien, ¿a que estaríamos renunciando si dejáramos que nos dominara en todo momento?

      Tu reflexión me ha dado en qué pensar.

      Bienvenido a la ciudad, Teo, y espero volver a contar pronto con tu presencia por sus calles.

      Eliminar
    2. La vulnerabilidad es un miedo a nuestros ojos... pero no a los ojos de quien depositamos nuestros temores. Es un símbolo de confianza.

      A que estaríamos renunciando? A experimentar, a disfrutar, a aprender, a perder, a ganar... en una palabra... a vivir.

      Gracias por la bienvenida.

      1 abrazo.

      Eliminar
    3. Muy ciertas tus palabras, las cuales comparto sin fisuras. Muchas veces (no todas, por supuesto) todo se reduce a una mera y simple elección: con qué queremos quedarnos y de qué queremos prescindir. Pero..., elijamos lo que elijamos, siempre estaremos corriendo un riesgo.

      Sobre tu agradecimiento, no hay de qué, faltaría más. Encantado de tenerte entre los habitantes de la ciudad.

      Un cordial saludo.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares