El viaje de Luna. (II)


Viene de...


Hubo de pasar mucho tiempo hasta que la luna, en su eterno viaje celeste, pudiera volver a asomarse al interior de la gruta. Mas, finalmente, llegó una noche en que, su constante deambular, volvió a ser testigo de como su estado de gracia venía a producirse en la misma fecha que antaño. Sus luminosos dedos se adentraron en la roca, impacientes por sentir el contacto de aquella a quien había alumbrado, pues no era mucho el tiempo de que disponía antes de volver a retirarse.

-  ¡Tierra! – exclamó nerviosa. - ¿¡Dónde guardas a mi hija!?

La tierra, conocedora de las fases por las cuales se rige el Cosmos, no demoró su respuesta consciente, como era, de la urgencia del momento.

- Sigue la misma senda que recorriste hace años, que Luna está prevenida de tu inminente llegada y aguarda con ilusión el reencuentro con su madre.

Y así fue; no sin cierta premura, como una y otra volvieron a coincidir tras una larga e inapelable espera. Del presuroso abrazo que se produjo entre ambas, surgió la forma corpórea que, en adelante, delinearía la apariencia de Luna en el trascurso de sus andanzas. Mas; como en aquel instante su experiencia estaba limitada a todo cuanto había podido aprender bajo la corteza terrestre; su cuerpo imitaba los rasgos de una niña de delicados miembros cuya piel lucía la perlada palidez de quien aún no conocía el día. Para cubrir la cándida desnudez de aquel físico recién estrenado, su madre le hizo entrega de un liviano vestido hilado a base de retazos de aurora que, con paciencia, había ido recogiendo de las regiones boreales.

Cercano ya el momento de su partida, la luna aún tuvo tiempo de ofrecer a su pequeña algunas recomendaciones.

- Hoy, hija mía, se abre ante ti un nuevo horizonte. Yo velaré por tus pasos en esta inédita andadura, pero, para ello, deberás salir antes al mundo que se extiende por la superficie, lejos de este abrigo en el cual te has criado y que te ha servido de cobijo. No todo son maravillas; desde ya mismo te lo advierto; pero compartes mi esencia y, siendo esta cambiante como se ve por mis ciclos, también tú podrás mudar de forma en función al conocimiento que vayas adquiriendo de las cosas.

El vigor de la luna en aquel entorno comenzaba a declinar, por lo que, sin demorarse en exceso, volvió a abrazar a su niña mientras la reconfortaba con estas palabras.

- He de irme ya, hija mía, pero prometo que no habrá de pasar tanto tiempo antes de volver a encontrarnos. Sal al mundo, empápate de todo cuanto hay en él y podrás encontrar aquello que, aún sin saberlo, ya estás buscando.

La luz de la madre se fue apagando mientras se retiraba, entre compungida y esperanzada, y la oscuridad volvió a reclamar su sitio diluida, únicamente, por el fulgor que brotaba de una Luna emocionada.

Daba comienzo su viaje, pero antes debía despedirse de todo cuanto la había acompañado durante tantos y tantos años. Dio las gracias por las ciencias que le fueron conferidas, por los momentos pasados, por los cuidados y por todo cuanto le había sido revelado, tanto por la tierra como por cualquiera de aquellos entre sus vástagos con los que había trabado amistad y compartido experiencias. No era un adiós para siempre pues resulta bien sabido que todo en el mundo fluye de forma lenta… pero constante. Tal vez por ese motivo, no se escucharon lamentos ni asomó lágrima alguna. Todo fueron parabienes, ilusiones y esperanzas; si bien es cierto que a Luna, por aquello de la inercia, le costaba despegarse de aquel hogar conocido. Fue entonces cuando la tierra, tomándola en un aparte, vino a ofrecer un consejo sobre lo más inmediato.

- Es hora ya de que partas en busca de tu destino y puedas ver con tus ojos lo que la vida te guarda. Infinidad de prodigios te esperan en esta etapa. Retos insospechados te dotarán de recursos. Miles de criaturas se cruzarán por tu senda, pero, sobre estas, has de saber una cosa. No todas se muestran puras ni con nobles intenciones. De hecho, la primera con la que habrás encontrarte; pues tiempo ha se ha instalado donde la gruta comienza y el sol no logra colarse; es un ser de ánimo oscuro y de feroz apariencia. Que no te asuste su aspecto, solo es un reflejo de sus carencias. Mira en su interior y así podrás desarmarle.

Luna agradeció aquel consejo y se dispuso para la marcha mientras la tierra abría un pasadizo rocoso por el cual pudiera emerger desde las abruptas profundidades hasta las galerías que se asomaban al exterior. Un último vistazo a aquel entorno tan familiar mientras se despedía de su seguridad y su confort y, tras un breve destello de nostalgia aún no comprendida, inició la aventura de no saber a ciencia cierta qué era lo que aguardaba.




Comentarios

  1. Apasionante relato mi Señor!

    Esperaba con deseo la continuación y ahora que nos deleitas con ella sigo completamente atrapada...

    Este capitulo me hace pensar que le esperan maravillosas aventuras y vitales lecciones que deseo conocer...

    Luna seguro se siente orgullosa y muy agradecida de estar en Tus manos y que dibujes su historia...En eso me siento muy identificada y disfruto con ese personal sentimiento...

    Gracias mi Señor por hacerme gozar con tan ingeniosa historia!

    Feliz día
    A Tus pies

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    Respuestas
    1. Si así es, mi dulce sierva, puedo asegurarte que tendrás la ocasión de sufrir la constante incertidumbre de no saber cuáles serán los siguientes pasos de Luna.

      Si resulta afortunada, o no, al verse sujeta a mis caprichos, eso, solo el tiempo lo dirá. Entre tanto, dejemos que la historia fluya y..., ¿quién sabe?, tal vez esta se cruce con algunas de las tuyas.

      Un beso y un azote.

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