El reverso de la moneda.


En cierto modo, lo que voy a exponer a continuación, ya ha sido tratado en la ciudad en varias ocasiones. No obstante, como se desprende del título que he elegido para este post, si bien el fondo de la cuestión puede que os resulte un tanto familiar proviniendo de mí, no lo será tanto su cariz más específico; o, al menos, así parecen entenderlo un buen número de personas.

Ya he hablado del uso que, dentro de determinadas campañas de marketing, se viene haciendo de la estética y el componente bdsm (baste recordar “Polémicas interesadas” o “Súbete al carro”). Pero, volviendo la vista a atrás, me he percatado de que, al tratar este tema, he venido haciéndolo en relación a ejemplos que:

1) se basan en una óptica de dominación masculina.

2) han generado cierta controversia.

Pues bien. Lo que hoy os quiero exponer no deja de ser el mismo asunto, aunque, como ya he apuntado, desde una perspectiva distinta. ¿Qué sucede – me pregunto – cuando se invierte la primera de las variables que he plasmado sobre estas líneas? Es decir: cuando sustituimos “publicidad basada en la dominación masculina” por “publicidad basada en la dominación femenina”. ¿Continuaría, esta, siendo origen de polémica? Pues, curiosamente; y por extraño que parezca en el seno de una sociedad “supuestamente” igualitaria; NO, o, al menos, el efecto “escandalizador” no alcanza, ni de lejos, las mismas proporciones que en el caso contrario.


Yo estoy de acuerdo con la corriente que sostiene la persistencia de un componente machista (aunque, ciertamente, atenuado) dentro de la cultura que damos en llamar “occidental”; nada que ver con lo que sucede en otro tipo de sociedades que conviven con la nuestra en este tiempo y, a veces, en el mismo espacio. ¿Por qué entonces esa diferencia de criterio a la hora de canalizar nuestras críticas? Yo creo que es debido, precisamente, a ese machismo subyacente aunque manifestado de una forma un tanto retorcida: “Como no quiero que me acusen de minusvalorar el papel de la mujer, pondré el grito en el cielo cada vez que vea algo susceptible de prestarse a ello”. De acuerdo, pero tengamos presente una cosa: el hecho de que existan conceptos y recursos “susceptibles” de ser mal empleados… ¿significa, necesariamente, que vayan a serlo? Es más. Cuando lo que se pretende es censurar un determinado comportamiento, debería ponerse el énfasis en combatir el hecho en sí y no, en cambio, caer en la trampa de incurrir en valoraciones subjetivas dependiendo de los individuos o colectivos que lleven a cabo ese tipo de prácticas.

En el caso que nos ocupa, no veo ningún sentido a establecer esa diferencia y, en cambio, veo motivos de crítica; si bien, como ya he apuntado, esta no se vea sujeta a criterios discriminatorios. Lo malo de pretender usar determinados arquetipos de origen, o sustancialmente D/s, para publicitar un determinado producto, lleva consigo el riesgo de frivolizar sobre una temática que resulta, cuanto menos, compleja (sobre todo vista desde fuera). Esto resulta válido independientemente del tipo de dominación que se utilice como referente, femenina o masculina, pues, el bdsm, no obedece únicamente a razones de índole sexual ni se basa (o, al menos, no debería) en la creencia de una superioridad “per se” de unos individuos sobre otros. Además, la sumisión de la que se nutren este tipo de relaciones se fundamenta, primeramente, en una elección personal, libre y meditada, y nunca en la imposición forzada o en los dictados que marquen determinadas tendencias.

Volviendo a la cuestión de la dualidad existente a la hora de examinar los valores “dañinos” que pueda revertir determinada publicidad quisiera terminar exponiendo varios ejemplos de una marca concreta, desde distintas perspectivas, y las diferentes reacciones que motivaron. Se trata de varias campañas a las que, en su día, recurrió una conocida firma milanesa.


La foto que podéis ver representada sobre estas líneas corresponde al año 2006 y, en su momento, fue objeto de duras críticas por parte del Instituto Español de la Mujer que solicitó con insistencia su retirada o, en su defecto, su rectificación, ya que, a su juicio, incitaba a la violencia machista. En realidad, dependiendo de la perspectiva que quisiera adoptarse, si que podría ser susceptible de merecer una interpretación de ese tipo. Pero, como podéis observar en la instantánea, para llegar a esa conclusión a de “suponerse”, de inicio, que la mujer que aparece posando representa a una víctima de agresión por parte de un varón. Bueno. En este caso concreto, no puede decirse que existan evidencias inequívocas que apunten en ese sentido, pero, de todas formas, la crítica y la queja fueron formuladas.


En cambio, algunos años antes; y no a través de un simple montaje fotográfico si no mediante un recurso de mucho más alcance y calado como es el spot televisivo; la misma marca no tubo inconveniente en proyectar una imagen del género femenino claramente intimidatoria y, hasta cierto punto, agresiva.


Como podéis comprobar por estos videos, aquí no hay lugar para la duda, pero, “hete aquí”, en esos casos, las voces de la censura no se dejaron escuchar con el mismo ímpetu y virulencia del que hacen gala en otras ocasiones.

Estos solo han sido un par de ejemplos. Existen muchos más (tanto en un sentido como en el otro, no nos dejemos engañar), pero no quiero desvirtuar el fondo de la cuestión. A veces, tendemos a pasarnos un poquito de rosca con asuntos que en su justa medida, podrían considerarse como “casi” triviales. En el caso de la publicidad, en todos sus campos, lo que busca, en definitiva, es vender un producto y, para ello, empleará cualquier recurso que tenga a su alcance; siempre y cuando, eso sí, le reporte un beneficio económico. Esa va ser, “a priori”, su única premisa y resultará válido en cualquier caso, por lo tanto, tengámoslo en cuenta si realmente pretendemos atajar la base de problema.

La crítica siempre es necesaria (de hecho es lo que yo estoy haciendo con esta entrada: criticar un comportamiento que, a mi juicio, resulta retorcido, parcial e interesado), pero, cuando se recurre a ella, debemos mostrar un estricto celo para con nosotros mismos a fin de no perder la ecuanimidad y, así, no poner en riesgo la legitimidad de nuestra defensa de una causa justa por no reconocer las injusticias que sobre otros se cometen.

Solo una última cosa para terminar. Como soy de los que creen que siempre se debe predicar con el ejemplo; y sé que este tema suele resultar bastante controvertido; también soy consciente de que la opinión que aquí he manifestado bien pudiera ser objeto de críticas y, por lo tanto, aceptaré gustosamente todas y cada una de ellas mientras sean constructivas y respetuosas.


Un saludo a todos.

Comentarios

  1. Deberíamos rechazar, independientemente del sexo de quien lo realice aquello que sea intolerable, pero sin perder la objetividad y sin ser más papistas que el papa...

    En publicidad se buscan reacciones, que se recuerde aquello que se desea vender, por eso en ocasiones se usan exageraciones, las cuales deberían ser en ambos sentidos...

    Es triste pero debido al uso indebido de la masculinidad nos lleva a rechazarlo por machismo y a aceptar la visión de la "mujer dominante" como atrayente y seductora.

    Un tema complicaillo pero yo no puedo estar mas de acuerdo contigo...a ver que opinan los otros visitantes de la ciudad...

    Besines mimosos
    Dulces sueños

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    1. Ya conocía, mi dulce sierva, tú opinión a este respecto, pero no por ello dejo de agradecer que la dejes plasmada aquí como reflejo de tus propias inquietudes.

      Tú también conoces mi forma de pensar y sabes que no me va para nada eso de las dobles varas de medir que muchos gustan de utilizar y que, por muy respetables puedan resultar los puntos de vista de cada cual, no se puede estar cambiando de valores en función a la conveniencia del momento o a la oportunidad de ofrecer una imagen políticamente correcta a costa de renunciar a los principios.

      Un beso y un azote.


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  2. Siempre me han parecido exageras este tipo de críticas, como la del anuncio de D&G o el nombre que le puso MANGO a una pulsera en Francia, "Esclava".
    Besos

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    1. Hasta cierto punto, resulta lógico que las agencias de publicidad busquen; en ocasiones, crear polémica; simplemente porque la polémica vende, es un hecho. Lo que ya no resulta tan lícito (y ni siquiera rentable a nivel comercial) es estar variando de forma constante el centro de gravedad de nuestros propios argumentos pues, esto, genera incertidumbre, desconfianza y un fuerte y acentuado recelo.

      Estoy de acuerdo contigo en lo referente a que se tiende a "exagerar" con este tipo de cuestiones, lo que ya no entiendo tanto es que no siempre se "exagere con la misma intensidad.

      Recibe un cordial saludo, Rosa de Terciopelo.

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  3. El tema D/s y sociedad es complejo a día de hoy. La publicidad es a veces reflejo de la evolución social y a veces simple provocación.

    Mi opinión es que, para empezar, la mayoría de los anuncios, si bien no son todos explícitamente de dominación masculina, sí lo son de manera indirecta al presentar a la mujer como el reclamo que sirve para vender cualquier producto dándole la dimensión sexual necesaria, ya que el sexo vende, eso es innegable. Por no mencionar el caso de los anuncios machistas de detergentes en lo que ellas están apuradísimas por no conseguir dejar la ropa inmaculada hasta que aparece el hombre que, encima que no hace la tarea en cuestión, es el que les trae la solución para lograr el blanco radiante.

    Sobre el posible escándalo que imágenes más explícitas en uno u otro sentido provocan, creo que todo lo que se saca de su contexto resulta chocante e incluso ofensivo. Recuerdo el caso de una señora que escribió una carta al director de una revista en un tono de tremenda consternación por un anuncio que ella consideraba una inmoralidad, y qué curioso, resulta que aparecía una chica encima de un chico con las manos atadas y los ojos vendados.

    A veces es la mirada la que ve lo que quiere ver, pero desde luego el anuncio este del sexo superior me parece una pasada, yo tampoco creo en la superioridad de ningún sexo, me parece que le quita incluso validez a la entrega de la parte sometida.

    Acerca de los anuncios en los que se refleja algún tipo de maltrato o se insinúa, ocurre como en los casos de violencia de género "minoritarios". Por supuesto que hay que combatir la violencia de la mujer sobre el hombre, pero no se habla tanto de ellos por ser menor su incidencia, en ese sentido algo positivo debía tener inculcar valores tradicionales a las niñas, una mujer que pega resulta menos femenina...

    Por resumir un poco, que casi me queda otro post, y eso lo tengo pendiente para mi blog, todo lo que sea visibilizar las sexualidades alternativas y la D/s me parece positivo, pero hay que tener cuidado en el enfoque que se da, porque la femdom sacada de contexto puede parecer maltrato hembrista y para eso, mejor quedarse en el armario-mazmorra.

    Saludos.

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    1. Indudablemente, son muchos los riesgos que se corren cuando se saca de su adecuado contexto una cuestión. Las líneas quedan desdibujadas y no resulta nada fácil encontrar el norte para conducirse con la debida coherencia.

      Muchas veces, pasamos de frivolizar a escandalizarnos con pasmosa sencillez, y tampoco es que eso nos ayude en demasía. No obstante, todo tiene su lugar y su momento, sus formas y sus prioridades. Si somos capaces de vislumbrar las cosas con una mínima objetividad tendremos bastantes garantías de no incurrir el polémicas estériles y, así, poder centrar nuestra indignación sobre temas realmente censurables (y, que por desgracia, son bastante abundantes).

      Muchas gracias por tu aportación, Ama S, y espero con impaciencia ver en tu blog el post que tienes pensado dedicarle a este asunto.

      Recibe un cordial saludo.

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