En llamas.
Ya lanzan sus dardos
los vientos del norte,
emisarios invisibles de
una gélida estación,
y, al abrigo del hogar
de palpitantes reflejos,
surgen de nuevo las
luces.
Crepitar inconfundible
que me transporta al
pasado,
sugiriendo mil escenas
entre tórridos
compases.
Todo lo fragua ese
fuego
contenido en nuestros
cuerpos
que junto al llar se
iluminan
adquiriendo nuevos
tonos.
Implosionan los
afectos
entre estas cuatro
paredes;
que no siempre son las
mismas
aunque, a veces, lo
parece;
y sin que apenas se
aprecie,
pues brota
sobrevenido,
puede sentirse un
latido
confeccionando
emociones.
Llega el deseo
incendiario
y a su influjo nos
somete.
Mientras diluvia ahí
afuera…
aquí adentro todo
prende.
Estío condicionado a
alimentar esta lumbre,
a que no muera el
rescoldo, a que estén vivas las brasas
entre estas pieles
fundidas que, en esta hoguera, son una
y que tienen la
fortuna de sentirse acrisoladas.
Venga el invierno
inclemente
y traiga su voz
helada,
cubriendo el cielo de nubes,
dejando tierras
nevadas.
Que nos done sus
rigores
como si fueran
presentes,
pues no habrá porqué
temerlos
frente a estas llamas
doradas.
Los colores de ese fuego iluminan mis deseos, el vaivén de sus llamas claman mi entrega y las rojas brasas encienden mis entrañas, que desde el interior te aman, que con locura te anhelan.
ResponderEliminarEl calor inunda la estancia y, con ello, sometida te adoro mientras esa hoguera te embriaga, captando Tu aparente atención frente a ella dejando que fluya así mi esencia, sin recelo ni reclamo.
Curiosa observo la escena que Tú para mi has creado y, como pluma en Tu corriente cabriola mi ser entre Tus manos, dejándome invadir por Tu querer, siendo así la mujer que para Ti respira, aroma de la pasión que te acoge, perfume de cálido abrigo, aunque fuera haga frío.
Pintas con Tus palabras el lugar donde estuve y donde siempre quiero estar, sirviéndote, amándote y dejándome querer, como sólo Tu sabes hacer…
Cuantas maravillas haces posibles, cuanta belleza muestras a mi incrédula mirada…
Gracias mi Señor
¿Incrédula, mi sierva? Yo hubiera dicho que..., más bien, lo que tú profesas es la fe del converso.
EliminarNo obstante, si aún albergas dudas, habrá que avivar aún más ese fuego.
Un beso y un azote (ambos ardientes).
Hoy si me lo permites, aparte de maravillarme de lo precioso y profundo de tu poesía, te agradezco el transitar por mi espacio (que es el tuyo) y tu amable comentario, Caballero, es un placer.
ResponderEliminarUn abrazo Qarpatian
No sé cómo contestar ante tan elevados elogios; por otro lado inmerecidos; si no es con un enorme GRACIAS.
EliminarEn cuanto a la visita..., lamento sinceramente no disponer de tiempo para dejarme caer con cierta asiduidad por tú linda morada y participar en ella con más frecuencia.
Un fuerte abrazo.
No hay casi nada mejor que un buen fuego que caliente el frío invierno...y todo lo demás que se intuye en tus bellos versos.....
ResponderEliminarBesines calentitos!!!
Pues nada. A arrimarse al calorcito y a disfrutar de las caricias.
EliminarAbrígate muy, pero que muy bien, Shu, que el frío ya comienza a arreciar.
Un besazo.