Perezosos.

Durante esta última semana, en la ludoteca, se ha estado “confeccionando” una curiosa contradicción. Por un lado, la actividad que se ha venido desarrollando podría calificarse, sin temor a exagerar, de febril. Pero, si tenemos en cuenta el objetivo que se pretende alcanzar con todo ese despliegue de energía…, lo cierto es que no queda demasiado claro que lo que se pretenda sea fomentar algún tipo de actividad más allá de la meramente imprescindible.

Así y todo, como digo, nuestros lúdicos amigos se han volcado en realizar una serie de estudios bastante exhaustivos para tratar de determinar la idoneidad de algunos comportamientos que; a poco que observemos a nuestro alrededor;  suelen manifestarse con cierta frecuencia.

Pero… ¿cómo calificarlo? Lo que para muchos pueda resultar ser un síntoma inequívoco de una evidente desidia, para otros puede ser un claro ejemplo de “optimización” de los recursos que tenemos a nuestro alcance. Difícil coyuntura.

Lo que sí parece estar claro; y esto es algo en lo que suelen incurrir con cierta frecuencia nuestros ideólogos lúdicos; es la tendencia a aplicar la “ley del mínimo esfuerzo” en casi todas sus manifestaciones posibles.

Aunque..., y esto ya es cosa mía; ¿seguro que interesa emplear siempre este planteamiento independientemente de a qué nos estemos refiriendo? La verdad, yo albergo bastantes dudas al respecto. ¿No sé si me entendéis?

Que tengáis todos un feliz y…, (ufff, ¡qué pereza!) interesante finde.