Exigencia.
De cariz
incomprensible
si se rehúye
el empeño
mediante
vagos pretextos
de
enrevesados matices.
Incompatible
al pasivo,
pues ni
le va ni le viene
y rara
vez le conviene
dar
cuenta de su valía.
Inútil al
arribista
que
acapara beneficios
sin
adquirir compromisos
que
avalen sus pretensiones.
Indiferente
al voluble
que lo
quiere todo a un tiempo
y a la
menor contingencia
deja su
afán sin efecto.
Para estas
gentes sin chicha;
y a
otras muchas que se añaden;
la
exigencia solo es justa
cuando
se aplica a “los otros”.
Pero se
pierden el gozo
de la
promesa cumplida
despreciando
recompensas
que no
existen de otro modo.
Cierto que se hace cuesta arriba cuando debe estar presente, pero cuando gracias a ella compruebas los beneficios sientes un gran gozo por haberte enfrentado a ella, por disfrutar sus frutos y así, poco a poco, aprender a confiar en su maestría...
ResponderEliminarQuiero ser exigente conmigo pues conozco cuanto lo eres Tu y quiero, sin duda, llegar a Ti...
Precioso mi Señor!
Besines dulces