In the forest.





Como ya dejaba apuntado el pasado domingo en el espacio reservado a nuestros “rincones”, el cambio de estación parece traer consigo; también; la adopción de otro tipo de hábitos. Esto viene siendo así desde tiempos inmemoriales, cuando la virtud de la adaptación resultaba ineludible en pos de la propia supervivencia. Herramientas y todo tipo de recursos tecnológicos han permitido al ser humano ir reduciendo paulatinamente esa necesidad de “reinicio” constante en función a los ciclos naturales. Pese a ello, seguimos viéndonos influenciados de un modo bastante significativo por las variaciones ambientales que experimenta nuestro entorno.




Para los qarpadios sólo existen dos maneras de enfrentarse a esa insorteable tesitura: asumirla con estoicismo, aceptándola sin más, o…; siendo un poco previsores; buscar la forma de sacarle partido en lugar de limitarse a padecerla (ni que decir tiene que su tendencia mayoritaria consiste en decantarse por la segunda de estas alternativas).




Cuando concluye el verano, se produce en Qarpadia un hecho ciertamente clarificador en este sentido. Lejos de lamentarse por la inevitable conclusión del estío; y la inexorable (aunque momentánea) pérdida de las ventajas que reporta; una suerte de sentimiento bucólico parece adueñarse de todos cuantos pueblan estos confines y; como deseosos de no perderse ni uno solo de esos cambiantes matices que vienen a poblar la presente estación; se lanzan, siempre en la medida de sus posibilidades, a disfrutar del momento en aquellos parajes que, en su opinión, mejor se prestan a ello.




A esas “escapadas”, dirigidas a no perder la simbiosis con el presente, vienen a sumarse con relativa frecuencia proyectos para el futuro que son fruto de la introspección que deriva de alejarse un tanto del núcleo de los acontecimientos; de dar un paso atrás con el fin de ampliar la perspectiva.




Para cuando se sumergen en esta especie de “retiros otoñales”, cuentan con unos excelentes enclaves que…, además de no desvirtuar en modo alguno la naturaleza del escenario en el cual están enmarcados, potencian, más si cabe, la esencia del lugar y del instante.




Parece, esta costumbre, una oportunidad inmejorable para…; entre otras cosas; desprenderse de esas “toxinas mentales” que, muy a nuestro pesar, tendemos a ir acumulando. Es por ello que me he decidido a contrastar la experiencia para comprobar por mi mismo hasta qué punto puede resultar tan “reveladora y terapéutica” como se me ha venido exponiendo.




Comentarios

  1. Unas imágenes verdaderamente exquisitas y apetecibles... Lugares que sin duda pueden colaborar a ese “reset” a veces tan necesario, para emprender una nueva estación…

    Un placer de post…

    Bsoss y feliz finde.

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