Contracorriente.

Una fecha, un evento,

una excusa con que adornar nuestras vidas.

Un motivo artificioso

sazonado de ingredientes precocinados.

Una ilusión pasajera mediante la cual engañarnos.

Una estratagema para aparentar nuestro aprecio

a través de variadas mercancías.

Un recuadro en el calendario,

enmarcado dentro de un corazón geométricamente perfecto

y custodiado por un rechoncho angelito.

Una llamada a ese consumo

a través del cual pretendemos definirnos.

Un concepto, en fin, al que adherirse

a falta de algo mejor.

Sé que no es esto con lo que, una inmensa mayoría,

espera encontrase en un día como hoy,

pero no puedo evitar resistirme a aceptar esa programación,

ese corrupto y pernicioso malware que…,

desde oscuros servidores, pretenden implementarnos.

No. No es algo que vaya a aceptar de buen grado

por cuanto viene a ordenarme lo que tengo que hacer

y el momento en que, se supone, debo de hacerlo.

¿Por qué hoy y no mañana?

¿o ayer? ¿o… siempre?

Aquellos que tengáis la suerte de compartir

vuestro tiempo con alguien especial,

haceros esta pregunta cuando estéis en su presencia:

¿No es este suficiente regalo?

¿No me he visto favorecido por la fortuna

al poder presumir de contar con alguien que me complementa?

Si he de hacer caso a mi propia conciencia,

siempre escrutándome con sus enormes ojos saltones,

no puedo por más que responder afirmativamente a tales cuestiones.

Y…, así, sin más adorno o subterfugio,

proclamar públicamente mi pasión por quién me acompaña.