Cabotaje.
Sin perder de vista la costa. Desplazándose
suavemente por un mar poco agitado. Descubriendo en la costa nuevos parajes
claramente definidos por el sol de mediodía. Trazando, con aparente descuido,
la estela de nuestro rumbo. Y, finalmente, al caer la tarde, buscar el abrigo
de un propicio fondeadero y deleitarse con ese otro océano definido sobre
nuestras cabezas en las despejadas noches de verano; mientras, de fondo, se
deja escuchar el cadencioso sonido del aparejo y el murmullo del agua que
acaricia los costados de nuestra nave.
Intuyo que en breve habrá otros sonidos acompañando la escena, aprovechando la calma que desea ser invadida, invitándonos a participar más activamente, aunque seguro que se hará esperar, porque dicen que todo lo bueno se hace esperar...
ResponderEliminarBesines dulces
A Tus pies