Bajo un cielo nublado.





Tras un verano y un inicio de otoño desacostumbradamente tórridos, en los cielos de Qarpadia ya se evidencia un acusado cambio en sus tonos y texturas; preludio incontestable a las sombrías jornadas que, poco a poco, se irán convirtiendo en la tónica habitual durante los próximos meses. En este orden de cosas, seguramente habrá muchos que aprovecharán para justificar una visión de su propia existencia desprovista de ilusión y con una clara tendencia al pesimismo. Pero, nada más alejado a mi intención que prestar munición; así como tiempo y esfuerzos; a ningún argumento que sirvan para vertebrar la dudosa causa del melodrama y sus sobreactuadas interrelaciones. Si el elemento ambiental se torna frío, oscuro y desapacible, siempre podemos intentar ir en pos de algún beneficio que únicamente se nos presente en tales circunstancias.

No soy yo quién para determinar qué es lo ha de gustar y lo que no, pero sí que puedo ofreceros un ejemplo (podría apuntar muchos más) de las ventajas que nos puede llegar a brindar un tiempo donde las nubes se tornan pesadas y grises y la lluvia reclama para sí el papel protagonista.




En mi caso (lo digo sin ambages), disfruto como un enano cuando la meteorología me sirve en bandeja la oportunidad de compartir, con mi fiel compañera, un paraguas que haga las veces de escudo frente al aguacero; de pasear juntos esquivando charcos, mientras, de tanto en tanto y con la excusa de buscar un cobijo momentáneo, visitamos algún establecimiento donde poder participar de un oportuno tentempié que nos permita, de paso, entrar en calor. Después, cuando la temprana noche haya dejado caer sobre nosotros su estudiadamente cómplice telón de fondo, caminar de regreso a nuestro refugio privado mientras damos forma a una única silueta que se confunde con el entorno y se aleja arropada por los ecos cantarines del agua que se derrama sobre nuestras cabezas.




Ya sé, ya sé. No es esto algo que pueda extrapolarse a todo el mundo pues no genera las mismas motivaciones en todas las personas; habrá quienes lo detesten y otros que, aún compartiéndolo, no podrán llevarlo a la práctica por distintas razones. Como ya he dicho…, tan solo se trata de un ejemplo, un intento de contextualizar un concepto.

En el caso de que fuera de utilidad, si algo he aprendido durante el tiempo que llevo instalado entre la gente qarpadia es que; lejos de permanecer instalados en el perenne “lloriqueo” que tan en boga parece estar últimamente; resulta más admirable, y también ventajoso, buscar siempre el modo de trasformar nuestra necesidad en virtud y desarrollar, por nuestros propios medios, las herramientas que nos ayuden a lidiar con nuestras limitaciones sin estar esperando a que nadie venga a sacarnos las castañas del fuego.




Puede parecer una tontería, una frase hecha y con un ambiguo sentido, pero…, casi siempre, para sentirse especial basta con ser fiel a uno mismo.


Comentarios

  1. Te felicito por esta entrada, amena lectura en esta noche.

    Mil besitos.

    ResponderEliminar
  2. Son muchos los beneficios de un cielo nublado, quizás porque aquellas actividades que más me gusta hacer se pueden hacer perfectamente bajo este cielo.

    Todo compartido contigo, mi compañero, mi amigo, mi amor, mi Señor.

    Besines dulces
    A Tus pies

    ResponderEliminar
  3. Y yo que soy mujer de lluvia...
    Disfruto de cada gota.

    Mis saludos, caballero. Feliz velada.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares