Disculpad que os intoxique.





Entre tanto mensaje subrepticio,
entre tanta falacia enmascara,
consentid por, tan siquiera, un momento
que os exponga, francamente y sin tapujos,
lo que alberga esta mente perturbada.

Si las opciones consisten en optar por un veneno
que nublen el juicio de la noche a la mañana,
no me ofrezcáis una arenga vertebrada por insidias,
dejad que escoja otras cosas que se me antojan más sanas.

Para donar mis afanes a una empresa transitoria,
prefiero ahondar en un vicio que, aunque sé que es pasajero,
al menos, algo relata y cierto gozo proporciona.

Vislumbrad, por un instante, que os tiente con un delito;
ese que habita en la carne y se nos muestra turgente;
y que os proponga, concreto, un abandono medido
a sus efluvios, sustancias y cantos indecorosos.

Y… como no hay causa justa que merezca la cicuta,
como no hay mérito alguno que compense el ensuciarse,
puestos a envilecerse y empaparse de algún pringue,
ofrezco la alternativa de intoxicarnos… a pares.





Comentarios

  1. Intoxicaciones hay que nada bueno aporta, por lo menos esta...

    Un saludito.

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  2. Mmm si es que a veces esa intoxicación es mortalmente excitante.

    Buenas noches, caballero.

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