Puntualizando.
Es, la nuestra, una época que
parece redactada de corrido. Un párrafo eterno, sin fin ni principios, sin transiciones,
sin apenas comas que intercalen; de vez en cuando; una pausa en el discurso. Nada
es definitivo, todo es transitorio…, provisional. No hay mensaje, lo único que
parece importar es seguir hablando, de lo que sea, no importa que carezca de lógica,
que el sentido de una línea contradiga lo que se manifestaba en la anterior. Todo
vale con tal de conservar el turno de palabra, todo está permitido si de lo que
se trata es de permanecer instalado en el púlpito. El que calla ya no otorga
(si es que alguna vez lo hizo), simplemente deja de existir.
Pero… (y es ahí donde reside el
origen de esa media sonrisa maliciosa que, cada vez con más frecuencia, viene a
asomarse a mi rostro), Qarpadia me ha enseñado que, a la larga, resulta
bastante más gratificante rendirse al incuestionable y categórico encanto de
los signos de puntuación y a su definida contundencia. Seguidos o aparte, qué admirables
resultan, y qué coquetos se nos presentan, desde su irrefutable redondez.
Bravo. Un verdadero placer, querido amigo.
ResponderEliminarBsoss, y feliz noche.
Es la cuadratura del círculo: imaginación + ingenio...
ResponderEliminarUn placer, Señor.
Nos dan aliento y nos permiten un instante de calma para poder observar y así saber por donde continuar.
ResponderEliminarDesde esa redondez nos invita y deleita para que seamos capaces de esa pausa y así contemplar esa sonrisa Tuya que aparece cada vez con más asiduidad... ains como me gusta...
Besines dulces
A Tus pies
Una acertada reflexión.
ResponderEliminarMil besitos.