A su bola.
No buscan ser
comprendidos,
mucho menos emulados,
mientras dan a su
relato
un argumento exclusivo.
Autodidactas de un
gesto
con carácter distintivo,
elaboran nuevas
pautas
no descritas en
manuales.
Ajenos a los dictados
y a los estilos
vigentes
configuran sus
paisajes
un poco sobre la
marcha.
No responden al
dictamen
que abrazan las mayorías
y se bastan, uno y
otro,
para cumplir su
ideario.
Se solapan
convencidos,
fundidos sin
anularse,
pioneros de una ruta
descubierta a cada
instante.
Guardianes de una
locura
de indiscutibles
razones
que, al final, son el
aliento
que mueve sus corazones.
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