Asomos.





Sí, ya lo sé. Últimamente estoy siendo un poco recurrente con la temática que vengo registrando en mis crónicas. Pero… ¿qué queréis? En ciertos aspectos es como si estuviera redescubriendo infinidad de matices cotidianos en los que; desde hace ya bastante tiempo; no reparaba distraído como estaba por el ruido de fondo.




Independientemente de los motivos de esta situación -que no volveré a enumerar para no resultar pesado-, la verdad es que estoy disfrutando de lindo de mis olvidadas dotes de voyeur sin que nadie se ofenda por ello y sin sentirme subyugado por el infalible, incuestionable y omnipresente dedo acusador que habría de señalarme como uno de los más deleznables ejemplos de la depravación humana.




En cambio, en este lugar y en este tiempo, donde la naturaleza viene a sugerir; en ocasiones sutilmente y, en otras, no tanto; la conveniencia de adoptar una sensualidad más patente, no se esgrime razón alguna para negarse tal deleite e implementarlo, si así fuera menester, a través del empeño que cada cual estime oportuno imprimirle.

Comentarios

  1. La vista es la que trabaja, sí... además de los susurros...

    La primera imagen me gusta por insinuante...las demás... se esfuerzan el llamar la atención, je je.

    Buenas noches, Señor.

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