Escapada a Qalaura.





No es que el calor, que…, ahora mismo, impera en amplias zonas del hemisferio norte, invite demasiado a permanecer en las grandes ciudades durante prolongados periodos, salvo que; por algún motivo; resulte imprescindible. Ni siquiera aquellas urbes que, como Qarpatia, cuentan con una variada y atractiva oferta de “entretenimientos”, se libran de ver cómo, durante esta época, muchos de sus habituales pobladores cambian el hormigón y el asfalto por otros paisajes de horizontes más ligeros y aires algo menos saturados.

Dejando a nuestras espaldas los contornos de “la ciudad tras el sol” y, siguiendo la línea de costa, orientando nuestro rumbo hacia el mediodía, no tardaremos demasiado en recalar a la bahía de Qalaura, sobre la que se asoma; entre otras; la pintoresca localidad a la que debe su nombre.





Como viene sucediendo en la mayoría de los lugares de referencia durante el periodo estival, también aquí se hace patente un significativo aumento en el número de habitantes de oportunidad que se instalan temporalmente en el área, repartidos entre su núcleo principal y sus terrenos aledaños.

Por otro lado, ya se sabe que durante el verano se tiende a relajar un tanto la encorsetada rutina que suele estar vigente el resto del año, aunque…, siendo como es “la nación invisible” un tanto lapsa -en el estricto sentido de la palabra-  en relación a esto último, podéis haceros una idea bastante aproximada acerca del grado de “desenfado” que es posible atestiguar en un entorno de esta naturaleza.





No obstante, tampoco es que existan demasiadas diferencias en relación a otros destinos similares diseminados por el mundo, y…, si no fuera por algún que otro matiz propio de estas costas, enseguida perderíamos la noción de en qué área geográfica específica nos encontramos, pudiendo desenvolvernos sin mayores problemas por entre el manifiesto ambiente festivo que, de forma continuada, parece emanar de este lugar.

Durante el día, además de en las playas, su calles; estrechas, laberínticas y salpicadas estratégicamente por infinidad de árboles que vienen ofrecen una beatífica sombra; bullen de actividad, siendo además, para muchos, el sumun del buen comer y el buen beber. Por el contrario, cuando la noche se instala sobre propios y ajenos, gran parte de la actividad se traslada a las terrazas y azoteas que se iluminan modelando, de manera un tanto caprichosa, el contorno que describe este escenario, mientras, bajo un cielo estrellado, parecen competir entre sí en un despliegue de sonidos, luz y color.




Pero si hay un momento que parece eclipsar a todos los demás, y del que parece obtenerse una magia y un encanto especiales, ese es, sin duda, el momento de la puesta de sol. Durante ese efímero lapso en que el astro rey parece sumergirse en las aguas del mar y se funde con él en un abrazo que reafirma su cíclica alianza, todo parece detenerse durante unos instante para poder observar, con la debida reverencia,  el altruista derroche de belleza contenido en algo que, por mucho que resulte cotidiano, no deja de ser un regalo. 





Bueno. Lo voy a ir dejando por aquí. Preparo mi mochila y salgo para allá.



Comentarios

  1. Buen viaje y a disfrutar de esos placeres naturales.

    Mil besitos y feliz finde.

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