Esperanzada inminencia.

Espero que no se gafe al decirlo, pero tengo la esperanza de, en unos días, poder regresar de nuevo a mi añorada Qarpadia. Lo cierto es que echo de menos el ambiente que se respira en la "nación invisible", ajeno a tanto conflicto vacuo como el que he tenido que estar asimilando durante las últimas semanas en mi patria natal.

En cuanto recale, si todo se desarrolla según lo previsto, retomaré mis crónicas "in situ", pero temo poneros los dientes demasiado largos al hacerlo, pues, para quienes no estéis al corriente, la situación allí es bastante distinta a como se viene desarrollando por el resto del mundo. Intentaré no daros demasiada envidia y, en la medida de lo posible, transmitiros un poco de optimismo en estos momentos tan delicados.

Sed muy conscientes de que las ventanas, que han estado ejerciendo de barrera, comienza ya a entreabrise un poquito y la brisa fresca que viene a airear nuestras enrarecidas estancias ya se cuela por entre los resquicios que se forman entre las jambas. Sed muy conscientes también que la naturaleza de ese viento "renovador" dependerá, y mucho, de qué hagamos nosotros. Queda atrás el tiempo de los gestos y comienza el momento de los actos, de la responsabilidad, el compromiso y la coherencia. Demostremos que este tiempo de stand-by ha servido para tomar conciencia de nuestros errores y no volver a repetirlos. Siempre ha estado en nuestras manos conformar, no voy a decir nuestro destino, pero sí nuestra historia. ¿Será nuestro relato una insulsa concatenación de excusas o, por el contrario, comenzará a parecerse más un adictivo compendio de vibrantes y meritorias aventuras?

Llegados a ese punto, la elección es personal.