Identidades.

Los que ya conocéis un poco por dónde suelen ir los tiros en esta ciudad, sabréis que no soy muy dado a tratar cuestiones políticas y que, cuando lo hago, siempre es sobre circunstancias con un gran trasfondo social.
En esta ocasión, en concreto,
existe también una cierta implicación personal aunque, ciertamente, no puede
decirse que, al menos de momento, me haya visto alcanzado de lleno.
Como ya sabréis todos cuantos compartís
este suelo al que se le ha dado por nombre España, los últimos días están siendo
un poco agitados en lo referente al modelo de relaciones entre el gobierno
central y el govern català. Las declaraciones van subiendo de tono, las razones
van perdiendo peso y, entre tanto, los políticos, de uno y otro signo, juegan
sus bazas electoralistas sin tener demasiado en cuenta el modo en que, estas,
puedan influir en las decisiones, miedos, ilusiones (sentimientos en
definitiva) de las personas por las que, se supone, deben velar.
Nunca he creído en los
extremismos (ni siquiera cuando parecen estar respaldados por un buen motivo)
y, por esa misma razón, no dejaré nunca de censurar los actos o discursos de
corte radical mediante los cuales “los
excluyentes” pretenden ganarle la partida a “los integradores”. Unos y otros han estado presentes en todo
momento y lugar, pero conviene no olvidar que cuando han ganado los primeros
nunca han dejado espacio a los segundos.
Muchos ya estaréis al corriente
de que mi sumisa es catalana y de que yo soy asturiano. Ambos nos sentimos
orgullosos de nuestra tierra pero no por ello dejamos de interesarnos por lo
que pueda aportarnos la del otro. Además, creo que el carácter de nuestras
gentes puede compaginar muy bien en muchos aspectos. Somos distintos y ahí es
donde reside, precisamente, nuestra ventaja, pues esto nos posibilita para
abarcar áreas más amplias.
Por norma general, los catalanes
son activos, serios, emprendedores e imaginativos. Siempre cuentan con recursos
para darle la vuelta a las adversidades y son enormemente desprendidos y
altruistas cuando te haces digno de su confianza. Recelosos para con aquellos
que no conocen pueden ser un tanto prisioneros de las apariencias y, en
ocasiones, pecar de orgullos.
Los asturianos tendemos a ser un
poco bastos, malhablados, ruidosos y, hasta incluso, un pelín pendencieros. No solemos
ser demasiado previsores y, con bastante frecuencia, solemos dejarnos llevar
por las pasiones sin pensar en las consecuencias. Damos mucha más importancia
al fondo que a las formas y somos nobles, llanos y hospitalarios hasta el agobio.
Tanto unos como otros somos muy
celosos de nuestra tierra y muy dados a las causas perdidas cuando nos parecen
justas.
Bajo este prisma (aunque sin duda
se podrían establecer otros similares) ¿existirían motivos que empujaran a una
irremisible ruptura? No veo porqué. Creo que la actual coyuntura obedece mucho
más a las luchas por el poder y la preponderancia de unos pocos; que se están
aprovechando de los sentimientos de sus conciudadanos; que a razones realmente
objetivas y coherentes. Como en cualquier familia (y más en una como la
nuestra, tan variada y numerosa) existen diferencias y roces, pero, habiendo
voluntad por todas las partes, no existe ningún conflicto insalvable.
No obstante, también soy de la
opinión de que no se puede obligar a nadie a permanecer en un sitio en contra
de su voluntad y si, por las circunstancias que fueran, Cataluña terminara
segregada del resto de España me dolería, pero también lo aceptaría aunque
fuera con el mayor de los pesares.
Solo hay algo en todo este asunto
de lo estoy plenamente convencido. De confirmarse los peores (para algunos, los
mejores) temores, España perdería una parte muy importante de su identidad al
igual que Cataluña.
Soy catalán, y no quiero la independencia.
ResponderEliminarDicho esto... daré mi opinión.
El Sr. Artur Mas, esta jugando una baza, a mi entender muy peligrosa, contra el gobierno central.
El pacto fiscal, es privar al gobierno central de unos ingresos sustanciosos. Lógicamente el Sr. Rajoy no ha aceptado. Esa negativa, da alas al Sr. Mas, para dar una vuelta de tuerca más... solicitando un Referéndum, en el que los catalanes votaremos "si o no", previo unas elecciones autonómicas, claro esta!!! Ya que en su programa electoral no incluía este apartado.
En este particular tira y afloja, cederá quien más tenga que perder, simplemente.(o eso espero)
Personalmente, creo que nos sangran a impuestos. Vivo en Barcelona, y salga por donde salga, tengo que pagar peaje. El agua? el m3 de las más caras del estado...
Que quiero decir con esto?
Entiendo el malestar de los catalanes, y espero que el Sr. Rajoy de su brazo a torcer, porque, aunque yo no quiera la independencia, muchos catalanes están hartos de soportar el lastre que les supone ser españoles(dicho por catalanes independentistas que conozco).
Desde luego es un tema a seguir de cerca y ver los acontecimientos diarios que se dan.
Y tienes razón, si se da... ambos perderemos mucho.
1 abrazo.
Mucho me temo, mi estimado Teo, que ese malestar del que haces mención, serán sabiamente empleado en pos de acrecentar los privilegios de una reducida casta política que no cesa de reivindicar (ellos, a su manera, también saben hacerlo)la parte del pastel a la que ya están acostumbrados. Para ellos no existe la crisis. Vosotros lo tenéis aún más crudo pues contáis con más bandos ideológicos enfrentándose entre sí y, claro está, "no hay pan para tanto chorizo".
ResponderEliminarConozco tu tierra y, sí, es muy cierto que se os cobra por todo. Pero, no te creas, por aquí tampoco es que se queden a la zaga ya que, sin ir más lejos, contamos con el dudoso privilegio de haber estrenado, hace ya algunos años, el socorrido recurso del "céntimo sanitario" o, un poco más reciente, la imposición autonómica a la hora de adquirir el mayor número de libros de texto para educación primaria de toda España, y... así, así y así.
¿Quién se beneficia de todo esto? Ciertamente, no lo sé; pero los parados y los currelas seguro que no.
Muchas gracias por tu visita, tu opinión y por ser de esas personas que no creen que la solución a sus problemas reside en dar un portazo en las narices de otros.