Una visión de conjunto.

 


En esta ciudad, como en cualquier otro sitio, no es posible alcanzar a comprender la verdadera magnitud del espíritu que alberga sin..., por un lado, prestarle atención; fragmento a fragmento; a todos esos pequeños detalles que permanecen ocultos bajo su superficie y..., por el otro, sin tomar algo de distancia para obtener una panorámica clara y desapasionada sobre cuál es la dinámica general mediante la que se rige.

Esto, que resulta plenamente aplicable para el conjunto, se revela igual de valido cuando ponemos nuestro foco sobre los individuos; y, en ambos casos, se hace imprescindible salvar las barreras que pudieran llegar a bloquear el tan necesario flujo de información carente de segos. Y es que; nos guste o no, para llegar al fondo de todo; se ha de alcanzar a ver más allá de las corazas ajenas, al tiempo que se procura hacer el esfuerzo de prescindir; aunque sólo sea de forma parcial y transitoria; de las propias.

Ninguna perspectiva podrá jamás considerarse completa si antes no consigue desprenderse de todos y cada uno de los irrelevantes estorbos que obstaculizan el encuadre.

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