Etapas.



Supongo que, a muchos de vosotros, os habrá sorprendido un tanto que semanas atrás (el año pasado, hablando en propiedad) apareciera en esta ciudad una extraña sucesión de posts englobados; todos ellos; dentro de la etiqueta de pensamientos. Todo tiene su explicación y…, aunque seguro que más de uno ya se habrá percatado de por donde iban los tiros, me gustaría desarrollar más en profundidad aquello sobre lo que, antes, solo he estado divagando, poéticamente tal vez, pero sin duda de forma muy difusa.

Como vengo haciendo con cierta frecuencia de un tiempo a esta parte, hoy voy a ofreceros una más de mis muchas elucubraciones. Como de costumbre, además, veréis que en este caso tampoco van a conseguir escaparse de las subjetivas variables que introducen las opiniones personales.

¿Con qué pienso entonces atormentar vuestras mentes en esta ocasión? Bueno, lo cierto es que me gustaría revelaros algunas de las fases (por llamarlas así) por las que, a mi entender, se ven obligadas a pasar todas aquellas personas que tiene la firme intención de llegar a vivir una sumisión plena.


Deciros que no pretendo establecer ningún manual de comportamiento o guía del usuario. Siempre he sido muy crítico con aquellos que predican normas inflexibles (ya sea en un sentido u otro) y me he mostrado bastante reacio a adherirme a las teorías de ciertos pseudopuristas de la D/s que se consideran a sí mismos como los garantes de una inexistente panacea bdsm. Es por ello que estaría muy mal por mi parte pretender en esta ocasión establecer unos hitos inamovibles. Como siempre, mis palabras obedecerán a mi experiencia y, con todo y con eso, tampoco es mi intención ser aquí demasiado específico para no cerrar en exceso las moralejas que otros pudieran extraer de mis vivencias. Lo que aquí encontraréis será una descripción “a grosso modo” de los estadios que se van sucediendo conforme se avanza en la sumisión. Ni tienen una duración establecida ni una intensidad determinada y, con bastante frecuencia, se difuminan y entremezclan en diversa y confusa progresión. Sed cautos, pues, a la hora de tomar estas palabras como referencia.

Una vez aclarado este punto, con vuestro permiso, paso a enumerar las distintas etapas a las que antes hacía referencia.


Elección:

Partiendo de la base de que la sumisión ha de ser entendida como un acto voluntario (de lo contrario estaríamos hablando de coacción o de otras cosas, incluso, peores) el tiempo dedicado a decidirse entre dar o no dar tan importante paso reviste una enorme relevancia.

Si bien no constituye, en sí misma, una etapa que pueda dilatarse excesivamente en el tiempo, si que conlleva un peso considerable al depender de ella gran parte de todo cuanto acontezca “a posteriori”.

En modo alguno ha de ser tomada a la ligera pues, una vez inmersos en el proceso de afianzamiento del vínculo entre dominante y sometido, no resulta demasiado conveniente que exista la necesidad de estar incidiendo constantemente sobre elementos de base, ya que, su aceptación, se supone implícita en la elección misma.


También es verdad que, durante este tiempo, lo que debería primar para un dominante no es tanto el hecho de ser obedecido (que también) si no el de ser entendido. Para que esa elección de la que hablamos sea lo más acertada posible, cuanto mayor sea la cantidad de información fidedigna que seamos capaces de aportar mejor se desarrollará todo. En este sentido, a mi entender, hacer gala de una falsa condescendencia inicial, a fin de ganarse ciertos afectos, a la larga, traerá consecuencias más bien negativas pues no dejaría de ser un engaño y un intento de suavizar, mediante todo tipo de ardides, lo que después; sabemos; no va a resultar tan fácil.

Es por esa razón que se hace tan necesaria la labor de mentor por parte del dominante en esta etapa tan delicada. Servir de guías o instructores es uno de nuestros muchos cometidos y, aunque en muchas ocasiones haya que armarse de paciencia, es de lógica y de justicia plegarse a tales demandas (sobre todo si tenemos en cuenta el altísimo grado de implicación que, en determinados momentos, podemos llegar a exigir).


Aprendizaje:

Este suele ser considerado como el periodo más duro aunque yo no creo que, a grandes rasgos, sea el más difícil. Sucede que él se entremezclan, a veces, demasiadas cosas (conceptos, prioridades, sentimientos y un largo, muy largo, etcétera) y puede llegar a resultar un tanto agitado y confuso. Solo el tiempo nos puede ir aportando la capacidad de entendimiento y asimilación necesaria para poder aprovechar convenientemente todo cuanto se vaya aprendiendo.

Es por esa circunstancia que, al principio, no se debe intentar mezclar más elementos de los estrictamente necesarios, aunque, como en todo, cada persona es diferente y lo más acertado irá siempre de la mano de una correcta observación en el más amplio sentido de la palabra. A un dominante le resultará mucho más fácil ir instruyendo a sus sometidos si presta la debida atención a las señales que recibe de ellos. Uniendo estas a sus experiencias, podrá ser capaz de sacar un mayor provecho a sus enseñanzas ya que se adaptarán a las capacidades y características de sus aprendices. Enrocarse en plazos o rigideces metodológicas no suele ofrecer muy buenos resultados (no, al menos, bajo mi punto de vista).


Todo lo anterior no quiere decir que un dominante deba mostrar un talante conformista. Los avances siempre supondrán alguna clase de reto y, estos, habrán de ir alcanzándose sin prisa pero sin pausa. Es por ese motivo que podría decirse que, el aprendizaje, siempre estará presente en aquellas relaciones de este tipo pues, en una evolución constante, siempre existirá alguna cuestión que añadir o mejorar.


Convencimiento:

Conforme se vaya ahondando en el aspecto sumiso, se irá ganando en habilidad y confianza. Esto trae consigo que muchas de las tensiones iniciales desaparezcan y, por consiguiente, será mucho más fácil vivir la entrega con plenitud; sin los agobios que, al principio, atenazan a quienes se nos ofrecen. No es esto algo que se consiga de un día para otro, requiere una enorme paciencia por ambas partes y un trabajo serio y compartido donde entran en liza una innumerable lista de factores que se sumergen profundamente en el terreno personal.

La observación de la que antes hablaba, muestra ahora (si se ha tenido en cuenta) sus resultados y permite disfrutar de un vínculo mucho más sereno, aunque no por ello menos intenso. Las emociones fluyen de un modo distinto; eso es cierto; pero, a la vez, se vuelven más nítidas, más reconocibles y, así, es posible sacarles un mayor provecho.


Es en este punto donde comenzamos a adentrarnos en un entendimiento del “vínculo” que resultará tremendamente particular dependiendo de los casos y las formas en que este puede llegar a desarrollarse se multiplican de manera exponencial. Si en la D/s no existen fórmulas mágicas…, llegados a este estadio todavía menos, por lo que cada cual tendrá que componérselas del modo que estime más oportuno; aunque, como siempre, sin premuras.


Renuncia:

Tal vez no sea esta la palabra más adecuada para definir la que vendría a ser la última etapa de esta aventurada progresión. Decir que, al usarla, en modo alguno estoy sugiriendo una anulación de la parte sumisa como persona. Lo que quiero es hacer hincapié en la renuncia de aquellos componentes negativos con los que todos (quién más, quién menos) convivimos. Miedos, vicios, caprichos; cuestiones que forman parte de nuestras vidas y de las que; si nos paramos a pensarlo, las más de las veces; podemos prescindir. Vendría a ser algo así como una renuncia a lo superfluo en pos de una mayor sumisión. De ahí que haya escogido ese término.

Ni que decir tiene que, para alcanzar ese grado de entrega, la confianza que se ha de tener en la persona que ejerce el dominio debe ser superlativa y, esa confianza, habrán que ganársela los dominantes.


Debo advertir que, sobre la cuestión de la renuncia, no puedo hablar por propia experiencia pues nunca he sido capaz de alcanzar un grado de compenetración tan sumamente elevado, pero si que puedo afirmar que he podido observarlo en otros muy de cerca.

Ahora bien. Que para mí llegar a ese estado suponga el “summum” de una relación D/s, no quiere decir que tenga que serlo para el resto y, es más, tampoco es algo que me vaya a quitar el sueño si no llego a conseguirlo nunca. Creo en la importancia de marcarse mentas a uno mismo pero no creo en la conveniencia de obcecarse en ellas; más aún si, por el camino, se van descubriendo nuevas formas para progresar en el entendimiento y la complicidad que sirven de conexión entre ambos roles.


*     *     *

Así es como yo veo (a grandes rasgos) la progresión, más o menos ideal, que se espera que tenga lugar dentro de una relación de nuestro tipo. Os ruego que no seáis demasiado duros conmigo pues sé que he dejado muchas cuestiones en el aire y, tal vez, me haya ceñido en exceso a mis propias inquietudes. No obstante, puedo aseguraros que estas afirmaciones; aunque sea de un modo relativo; no carecen por completo de valor. Mi única intención ha sido compartirlas con vosotros.

Un saludo a todos.


Comentarios

  1. Un saludo.

    Sobre su reflexión, no tengo nada que opinar. Pero algunas de sus palabras me han hecho reflexionar.

    Como sumisa, siento la Ds como la manera más digna de vivir, el camino más supremo para alcanzar la plenitud como persona, la única forma que tengo de relacionarme permitiéndome ser quien soy con libertad y honestidad.

    Para llegar a la plenitud como sumisa, depende de la parte Dominante.
    El primer paso es reconocerse y aceptarse; son los pasos más decisivos que uno hace personalmente, pero para desarrollarse es imprescindible que exista el Dominante que nos acepte y acepte el compromiso firme de lo que supone gestionar la entrega.

    Me emociona pensar que existen hombres Dominantes con una capacidad suprema de sacrificio, con una mente privilegiada para llegar a la esencia de la sumisa elegida y aceptada, con el compromiso firme de guiar y hacer crecer en la relación y la relación, con los sentimientos tan fuertes como para sentirse satisfechos, con la capacidad de guiar a la sumisa para entregarse y sentirse complacidos.

    Como sumisa, definiría al Dominante con el Ser supremo.

    Siento no ser muy optimista, pienso que "están en peligro de extinción".

    No somos todos los que estamos, ni estamos todos los que somos.

    Así que, me quedaré con las teorías que me parecen bellísimas.

    Le estoy tremendamente agradecida por aportar sus opiniones y permitirnos entrar en su ciudad para sentirnos como en casa.

    Le deseo una feliz semana, señor Qarpatian.

    anónima







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    1. Yo creo que la D/s es una unión de muchas cosas pero, principalmente, creo que es la unión de dos personas. Cuando son capaces de complementarse, indistintamente al modo en que lo hagan, esas etapas de las que hablo se van superando; si no es así..., no.

      La cadena siempre se rompe por el eslabón más débil y, en eso, no hay excepciones. Ni dominantes ni sometidos pueden desentenderse de las prerrogativas que acompañan a sus respectivos roles, si no todo se va al garete.

      Aún siendo conscientes de esto, como en casi todo, de poco sirven los esfuerzos si no se da con el complemento adecuado.

      Haberlos haylos, anónima, no desfallezcas.

      Un afectuoso saludo.

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  2. Decirte que me ha encantado el desarrollo de aquellas viñetas poéticas que nos concediste el año pasado, pues siempre me resulta emocionante, por mucho que sepa de antemano Tu opinión, leer como lo expresas...

    Creo que como parte de Tu experiencia es toda la mía, me siento plenamente identificada en esas etapas por las que ya he pasado o por la que creo que me hallo ahora mismo.

    Por eso, aunque Tú ya lo conoces me apetece reflejar aquí en Tu ciudad con mis pobres letras como veo, siento o vivo estas etapas...

    ELECCIÓN- Para mi fue una mezcla de sensaciones, una alegría intensa por descubrir aquello que durante tanto tiempo sentía pero no identificaba y a la vez, un terror inmenso a lo desconocido, a adentrarme en algo que sentía parte de mi pero que me infundía un gran respeto y no me veía capaz de afrontar. En ese momento no se cuenta con la confianza en uno mismo ni en aquel que te acepta, a parte de que la incomprensión por la falta de experiencia te imposibilita tomar una decisión con todos los datos, y debes dejarte guiar mucho por unos instintos, los cuales no estamos acostumbrados a usar. Es una etapa realmente corta, pero tan intenta que ese breve tiempo parece alargarse muchísimo...Pero cuando te decides, cuando das el paso, y sintiendo realmente la sumisión en tu interior empieza una apasionante aunque no fácil, aventura...

    APRENDIZAJE- Aunque este concepto esté presente durante toda la vida de la relación, pues es el motor que impulsa, como definición de una etapa puedo decir que personalmente (de las que he vivido que son mas bien pocas) es la de mayores contrastes, donde sientes la plenitud del avance, alucinando con los descubrimientos pero también conoces la agonía, la ansiedad de no comprender, de querer y no poder, y de no querer por no comprender, causando en ti y en tu Dueño dolor y decepción. De todos modos, si eres capaz de vislumbrar aquello que recibes en pequeñas dosis y consigues ser paciente dejando que quien te guíe te muestre la luz, conoces un apasionante mundo llenándote de deseo por seguir y sintiéndote feliz.

    Corrígeme si me equivoco, pues mi percepción puede no ser la correcta por encontrarme inmersa y tener cortas miras, pero siento que actualmente estoy saliendo de esta etapa y adentrándome en la siguiente...

    CONVENCIMIENTO- Aunque siento que empiezo a notar sus efectos prefiero ser prudente y no opinar de esta etapa, dejando que seas Tu quien decidas primero si merezco ubicarme en ella y empezar a descubrir de Tu mano aquello que esté por venir, siempre esperanzada y ahora, ya si, con plena confianza en Ti.

    RENUNCIA- Lógicamente no puedo opinar de ella, pues la desconozco por completo, pero si me he entristecido un poquitin al leer que para Ti sería el summum pero sentir que no confías del todo llegar a ella...aunque no te quite el sueño, por poco que lo desees se convierte en un sueño para mi, en la meta a conseguir, y aunque no me obsesione porque se que todo tiene un momento y si está por llegar vendrá, si quiero trabajar con empeño a Tu lado para llevarte a vivirlo, concederte algo tan maravilloso como mi renuncia en post de Tu realización como persona y Dominante, con todo lo que sé que eso lleva implícito...

    Ojala pudiera decirte que soy digna de ello, y prometerte un apasionante viaje hasta el summum pero...ya sabes que aunque soy rica en deseos y emociones soy mísera en entrega, y solo puedo prometerte mis ganas y mi empeño para hacer que cada día sea un motivo de orgullo para Ti, levantarme cuando caiga, y ofrecerte todo cuanto soy para que hagas de mi lo máximo que pueda dar, aunque sé que nunca me veré suficiente para Ti...

    Te dejo muchos besitos...

    A Tus pies

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    1. Lo primero de todo, darte las gracias por complementar de forma tan pormenorizada, cercana y personal mis vivencias con las tuyas.

      Decirte que todas esas impresiones que has dejado reflejadas son perfectamente válidas porque; equivocadas o no, distintas o semejantes; son las tuyas y, por lo tanto, reales. Otras personas tendrán las suyas y serán igual de ciertas por mucho que se disienta.

      Solo una última cosa. No te entristezcas, dulce sierva, por no haber llegado a tu ansiado de destino pues... ¿ cuál es ese destino? "Caminante, no hay camino..."

      Llegado el momento lo sabrás.

      Un beso y un azote.

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