Resurrección.
Golpea la realidad
como mazo disfrazado
con puñales escondidos
tras las buenas intenciones.
Nos abruma con su peso
en detalles cotidianos
y nos aguarda, al
acecho, para asestarnos el golpe.
Cuanto agravio
repartido de manera gratuita,
cuanto desdén es
vertido generando más oprobio;
así crece sin medida,
sin apenas disimulo,
esa espiral desmedida
que se alimenta del odio.
Tú lo ves a cada paso
y tú candor palidece,
se congela tú sonrisa
y tú rostro se
entristece.
Norma cruel este sino
al que estamos condenados;
al más mínimo descuido
todo se viene abajo;
por eso es tan importante
ejercer la rebeldía
en contra de esos
dictados y renacer cada día.
A veces pienso, mi Señor, que tu singular fortaleza te priva de la turbadora visión de aquello que, oculto tras sutilezas, me atrapa entre sus rígidos brazos, mostrándome la cara menos afable de cuanto nos rodea, y cuando esos cotidianos gestos me sumergen en los sentimientos que de mi quisiera apartar, no oso compartirlo contigo del modo en que lo hago mío, porque para nada quiero que sea Tuyo lo que para mí no quiero.
ResponderEliminarCon estas letras veo cuan errada estaba, pues que no me permitas quedarme entre sus agónicos brazos no significa que no veas todo cuanto atenaza, y aunque el silencio nos acune en la noche cuando mi ánimo ya no me acompaña, desgastado por las largas horas de lucha y contención, Tu respirar da de nuevo sentido a mi resurgir, y olvido la frialdad de su influjo con la calidez de Tu abrazo.
Disculpa, mi Señor, si mi rostro en estos días no acompaña lo que por Ti siento, si mi sonrisa no es reflejo del gozo de Tu servicio, y mis fuerzas no muestran el ahínco que mereces, pues no soy hábil apartando de mí el influjo de un pasado cuando vuelve a mi encuentro, mas, bien sabes que esa rebeldía que mencionas es en mí un gran tesoro y conseguiré, siguiendo Tu consejo, ejercerla y renacer…día tras día.
Imaginas bien mi Señor cuando me ves ahora emocionada, sorprendida por descubrir mi propio reflejo en unas letras que jamás pensé recibir…
Gracias mi Señor.
A Tus pies
Sabes que cuentas con la solidez de mi apoyo, mi sierva, pues no solo entra dentro de mis cometidos como mentor tuyo, sino que, además, así lo deseo.
EliminarMas no pienses que permanezco ajeno a tus tribulaciones y ..., si no consiento que te rindas ante ellas, tampoco voy a hacerlo yo.
Un beso y un azote.
Enhorabuena por esa palabras tan cómplices.
ResponderEliminarSaludos.
Muchísimas gracias Amowhor.
EliminarRecibe un fuerte abrazo.