Inercia y deriva.
Confiamos, sí, en la
inercia.
A ella encomendamos
nuestra esperanza.
– Un pequeño impulso inicial
y
todo vendrá rodado – pensamos.
–
Una vez efectuado el arranque
no
tendremos de qué preocuparnos.
Pero esa fuerza ni es
eterna ni constante
ni, tampoco, la única
con la que vamos a encontrarnos.
Cuando dejamos a la
marea imponer su criterio,
cuando confundimos lo
posible con lo probable,
de poco sirve aquel
empuje originario,
y, desvanecido su
ímpetu,
quedamos a merced de
las corrientes y los vientos
que obrarán a su capricho
sin cuidarse de nosotros.
De ser así, puede ser
que el azar venga a socorrernos;
algunas veces, muy
pocas;
mas la deriva se
presenta dotada de inercia propia
y…, si se ven
enfrentadas, la nuestra no saldrá muy bien parada.
Como me decía alguien con mucho valor para mi hay que dejar jugar al azar con las cartas que hayamos elegido previamente...y aunque a veces en la vida he escogido mal las cartas con la experiencia se logra ir seleccionando mejor aquellas con las que queremos contar de manera que el azar no tenga demasiado donde elegir...
ResponderEliminarBesines dulces
A Tus pies