Cuando el aprecio rezuma.
Al albur de la indecencia
que ambicionas sin reparos,
dejas que hablen tus ganas
decidida a ser envase
de ese cariño canalla
que tu misma has provocado.
Mil maneras de extraerlo,
y a las mil te consagraste
con alevosa insistencia,
mientras bebes de esa fuente
y sucumbes al deleite
de saberte deseada.
Embelesada, suspiras
tras quedarte con el premio
que tu apuesta prometía
entretanto se desliza,
como un hilo, ese momento
de deglución memorable .
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