Contemplativos.

 


Nuestra ciudad y sus moradores se rigen por un orden que, en el fondo, resulta ser de los más claros y sencillos que; al menos sobre el papel; es posible establecer: vivir sus propias vidas sin entrar a debatir; más allá de lo imprescindible; sobre lo conveniente que pueden llegar a resultar las ajenas para sus propios protagonistas.

No es esta un actitud que emanen de ninguna clase de indiferencia o insensibilidad hacia los demás. Sencillamente: la plenitud propia no es algo que pueda encontrarse, ni construirse, en función a las premisas que sirvan de motivación a terceros. Es más que probable que puedan llegar a existir puntos de confluencia, pero cada cuál debe de escoger su propio camino y quienes habrán de ser sus compañeros en ese viaje y..., el resto; la inmensa mayoría; en definitiva, y con toda la consideración que se merecen, no dejarán de ser un conjunto de extras con los que habremos de compartir escenario en determinados momentos.

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