Abolición.

 


Queda abolido el desapego,
el egoísmo mezquino
y las palabras vacías.

El desinterés por el otro,
el cálculo antojadizo
y el compromiso inconstante.

Deslizarse sobre pieles
sin llegar a estremecerlas,
sumergirse en otro cuerpo
sin catar su misticismo.

Queda abolido el contacto
que no sea solidario
y obedezca a la impostura.

Las excusas y pretextos
que mancillen el designio
de consagrarse al delirio.

Faltar a lo convenido
malogrando lo dispuesto
y plegarse a la apatía
por pereza o por prejuicio.

Queda abolida la inquina
que nace del revanchismo
que se imprime por despecho.

Las ausencias onerosas
que carezcan de un motivo
que justifique su efecto.

No reembolsar con latidos
el pulso que fue otorgado,
desatender unos labios 
que anhelan ser consumidos.

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