La llamada que no llega.
Que sencillo es
alocarse
en momentos de
bonanza
y perder la
perspectiva
olvidando lo
aprendido.
Felices nos
conducimos
sin pensar en
consecuencias,
sintiéndonos siempre
inmunes
a la desgracia y la
pena.
Al desterrar la
cautela con que damos nuestros pasos
se profetiza segura
una implícita amenaza
cual risa floja de un
niño; que en actitud revoltosa;
anuncia el llanto
inminente que traerán sus travesuras.
Con un descuido
insensato,
en una acción mal
medida,
se trastocan nuestros
sueños
y se arruinan nuestros
logros.
Oscuras se hacen las
horas;
el reloj casi no
avanza;
y lamentamos lo
injusto
del mal trago que nos
toca.
Debimos haberlo visto
al disfrutar
complacientes
de las mieles del
instante
sin cultivar el
presente.
Tocados en nuestro
orgullo
nos sentimos
desplazados,
excluidos de repente
de una añorada
alegría;
esperando inútilmente
la tan ansiada
llamada
que nos diga que la
“gracia”
retornará a nuestras
vidas.
Varias veces he tratado de comentar en este post y cada vez que lo he intentado se me han negado los ojos, y no precisamente porque carezcan Tus letras de la belleza que siempre las caracteriza, sino porque verme reflejada en una verdad tan indeseable... duele...Me duele como todo aquello que por mi falta de temple me sucede, como tantas veces por ello me he alejado de lo que para Ti deseo.
ResponderEliminarMas debo reconocerme en esas palabras y...debe doler...porque del dolor aprendo, mas sé que no deseas mi tristeza, que esas palabras deben ser acogidas como el regalo de quien día a día trata de llevarme a mi misma hacia Sus pies, a través de la mejora continua, y jamás nadie se había preocupado/ocupado de mi de ese modo, tan y tan buscado por mí.
Una vez no puedo menos que agradecerte todo cuanto haces, de mil formas distintas, usando todo cuanto está a tu alcance para hacerme a Ti, para hacer realidad mi anhelo.
Con esfuerzo y positividad me enfrento al camino, creyendo que es posible para hacerlo realidad a Tu lado, a Tus pies.
T'estimo