Disculpad que os intoxique.
Entre tanto mensaje
subrepticio,
entre tanta falacia
enmascara,
consentid por, tan
siquiera, un momento
que os exponga,
francamente y sin tapujos,
lo que alberga esta
mente perturbada.
Si las opciones
consisten en optar por un veneno
que nublen el juicio
de la noche a la mañana,
no me ofrezcáis una
arenga vertebrada por insidias,
dejad que escoja
otras cosas que se me antojan más sanas.
Para donar mis afanes
a una empresa transitoria,
prefiero ahondar en
un vicio que, aunque sé que es pasajero,
al menos, algo relata
y cierto gozo proporciona.
Vislumbrad, por un
instante, que os tiente con un delito;
ese que habita en la
carne y se nos muestra turgente;
y que os proponga, concreto,
un abandono medido
a sus efluvios,
sustancias y cantos indecorosos.
Y… como no hay causa
justa que merezca la cicuta,
como no hay mérito
alguno que compense el ensuciarse,
puestos a envilecerse
y empaparse de algún pringue,
ofrezco la
alternativa de intoxicarnos… a pares.
¡Excelente!
ResponderEliminarIntoxicaciones hay que nada bueno aporta, por lo menos esta...
ResponderEliminarUn saludito.
Mmm si es que a veces esa intoxicación es mortalmente excitante.
ResponderEliminarBuenas noches, caballero.