Rincón brumoso.
Por entre los resquicios que deja
un ubicuo y húmedo manto suministrado por una obstinada neblina; a través de
los huecos que se forman entre sus macizos girones en el curso de sus perezosas
evoluciones; se filtra una claridad grisácea y, hasta cierto punto,
melancólica, que evoca pensamientos de orden ambiguo; sombríos pero, a un
tiempo, esperanzados.
En escenarios como este;
provistos de una quietud tan acusada y un empaque henchido de languidez; hemos
de cuidarnos, y mucho, de no sucumbir a alguna de sus variadas y tediosas
sugerencias y no caer en el hipnótico embrujo derivado de unas reflexiones que
pudieran conducirnos a la indolencia.
Por otro lado, lugares de esta
naturaleza, pueden convertirse, empero, en origen de muchas iniciativas provechosas
y; si la meditación que emana de tal estado de cosas termina siendo aplicada
con buen tino; constituirse en arranque de nuevas y enriquecedoras experiencias
y punto de partida desde el cual llevar a la práctica proyectos que dormitaban,
desatendidos e inconfesados, en el fondo de ese archivo mental del que todos
disponemos. Lo que, en última instancia, decidamos sacar de él…, bueno, eso ya
entra dentro del terreno de lo personal.
Que disfrutéis todos de una muy
feliz, e “iniciática”, jornada de
domingo.
Algunas veces, una caricia solitaria en la niebla, es mejor que ninguna caricia...
ResponderEliminarSaludos,
J.