Desde un mismo rasero.
Hay quienes obran
seguros
de salirse con la
suya
sin pensar por un
momento
en quienes dejan
tirados;
mientras se jactan,
¡qué vivos!,
de su osada pillería
como si fuera algo
grato.
Grato, sin duda, a
sus ojos
mientras siga
funcionando,
pero… si cambian las
tornas,
cuando se ven
encallados,
ponen el grito en el
cielo
y se muestran
contrariados
cuando nadie les
apoya
en sus momentos más
duros.
La cuestión nunca
varía
sin importar quién la
sienta
y es por eso que ya
cansa
tanto criterio
casposo,
pues…, aunque cambie
la causa
que conduce al
desenlace,
si el resultado no es
bueno,
siempre es jodido
asumirlo.
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