Discípulos de la brisa.
Calor sobre el asfalto encendido
por un sol de justicia
que asfixia toda apetencia
ahí afuera.
Cae la tarde
y en la penumbra
se disipan los reparos.
Llega el vespral puntualmente
con su frescor oportuno
a sacudir la apatía
y elevar nuestros instintos
en remolinos danzantes.
Trae consigo a las estrellas
y las posa sobre el cielo
con delicadas maneras
para alumbrar con destellos
el vaivén de los amantes.
Veleros en singladura que...,
aunque prescindan de trapo,
buscan el barlovento
para atrapar ese aliento
que les conduzca a sus sueños
en una mar vespertina.
En el calor nocturnal, la vida tiene otro sentido.
ResponderEliminarHace tiempo que no aparezco pero la vida no me llega. A ver si puedo regresar a cierta normalidad.
Mi sonrisa
No hay necesidad alguna de excusarse Mağ.
EliminarComo ya sabes, tampoco yo es que este demasiado pendiente de mantenerme al día con la "correspondencia".
Además, aunque me encanten tus visitas, no se trata de ninguna obligación.
Disfruta de tus días y de tu gente, eso es lo principal.
Siempre tendrás un rinconcito reservado para ti en esta ciudad para que vuelvas siempre que puedas y... quieras.
Un abrazo.