Paradoja.
¿Cómo es que te abandonas
entre las manos de un hombre
que te usa como objeto?
¿Cómo es posible que al verte
restringida sin remedio
más liberada te sientas?
¿Cómo, rendida al impulso
de esa mente que te ata
no experimentas repulsa?
¿Cómo sucumbes tan fácil
a los deseos del otro
sin sentirte desplazada?
No se comprende la causa
que te impulsa de ese modo
a caer por el abismo
de las pasiones más bajas.
Contradictorias razones
que convergen fortuitas
mientras dotan de sentido
a las dudas planteadas.
Hay cosas que no se comprenden, mi Señor, que tan sólo se explican cuando lo sientes y puedes saber así que todo está en su lugar.
ResponderEliminarPienso que precisamente esa aparente ilógica es lo que dota de magia a tantos instantes vividos.
En este caso, mi Señor, no hay duda...ser Tuya me concede lo anhelado y saber que Tú velas por mí y lo disfrutas no tiene igual.
Por cierto, me ha encantado Tu texto....Ainsss.
Besines dulces
A Tus pies
Qué triste. Se le llama enfermedad, y para salir de ese lugar de tinieblas solo hay que desear curarse. Te aseguro que vuelve a salir el sol.
Eliminar¿Qué decirte a tí que tú ya no sepas, mi dulce y complaciente sierva? Larga es la senda recorrida por ambos en estrecha conjunción y propicio el ánimo con que encaramos el futuro a pesar de las adversidades que, sin duda habrán de salirnos al paso.
EliminarComo siempre, 1b y 1a para templar tus ánimos y no dejes caer en saco roto el oportuno apunte que ha tenido a bien proporcionarte Silvia acerca de los males que acechan por doquier, pues... es bien sabido que el camino al infierno está salpicado de buenas intenciones.