Ambrosías.

 


De entre figuras grotescas

brotan sutiles sustancias

que despiertan el deseo

de quien lo exhorta a mostrarse.


Se trasmutan en reflejo

de aquello a lo que se aspira

y la incipiente turgencia

sirve de atril al capricho.


La fealdad relativa

cobra nuevos sentidos

a la vista de la savia

que espera ser cosechada.


Algo que induce y sugiere

un abandono medido

donde las formas no importan

si el propósito acompaña.

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