Identidad en perspectiva.

 


Algunas personas, a veces, precisamos sentirnos pequeñas, ser conscientes de nuestra justificada insignificancia; y no como un ejercicio de automortificación o como muestra de un interiorizado sentimiento de inferioridad sino, más bien, por todo lo contrario.

De tanto en tanto, resulta increíblemente liberador desprenderse de esa, en ocasiones, opresiva tendencia a caer en la exacerbada egolatría que nos impide ver más allá de nuestras propias narices y disfrutar de la fortuna de contar con toda esa increíble variedad de maravillas que nos han sido otorgadas de manera totalmente desinteresada y gratuita.

En el seno de esos parajes, testigos mudos a su vez de nuestras idas y venidas, todos nuestros ensimismamientos, intrigas y confrontaciones insustanciales se vuelven nimias al tratar de compararlas con esa otra clase de trascendencia que, de golpe, vuelve a colocarnos en nuestro lugar dentro del incontestable orden cósmico.

Sin alejarse demasiado de nuestra ya conocida y ajetreada ciudad, abundan los lugares donde poner en práctica esta sencilla y providencial filosofía, entornos en los que desnudar el alma mientras nos dejamos impregnar por toda esa majestuosidad de la que, en definitiva, también formamos parte. Cuando hemos sido bendecidos con la capacidad  de ser conscientes de tan elevados privilegios, sería bastante estúpido no aprovecharlos.

Comentarios

  1. La descripción más exacta de éste sentimiento que pocos entenderían.

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    1. Pero quién lo entiende lo vive sin necesidad de palabras.
      Se aprecia claramente que, en tu caso, no sólo lo vives: también lo sientes.

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