Tan sencillo como eso.

¿Cuánto se ha dicho sobre el amor?

¿Cuánto se ha escrito y se ha especulado?

Las metáforas no le hacen justicia

y la realidad no cabe en una palabra.

Sentimiento subjetivo que se escurre entre los dedos,

delicada coyuntura con infinitas variables,

que se ajusta como un guante,

cuando la suerte es propicia,

a los deseos más puros

que se forjan entre amantes.

Yo lo entiendo a mi manera

desde que tú me acompañas

y lo ato con el hilo

que une nuestras miradas.

Desnudo de pretensiones,

como el primer pensamiento

que me lleva a ti cada mañana.

Sin trucos ni mascaradas

que distraigan de ese aliento

que insuflan nuestras premisas.

Son las ojeras, las canas,

las arrugas y el cansancio.

Son las marcas de ese tiempo

que no se detiene ante nada.

Es lo que muchos rehuyen

y que, en verdad, es la prueba

de que los años castigan

pero... premian la constancia.

Por eso yo puedo verte,

a pesar de la distancia,

serena y agradecida,

convencida y orgullosa,

de haberte unido a mi viaje.