Tardes de siesta.
Hace calor, mucho calor y..., en esos momentos del día en los que el sol más aprieta, apenas se cuenta con energías suficientes como para respirar el aire enrarecido que inunda la estancia. Aún así, como nos recuerda el famoso dicho, "cuando no puedas con tu enemigo... únete a él". Fuego contra fuego, antes de arder en el tórrido tálamo de los pecados estivales.
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