Aferrados.
Con estudiada paciencia,
la raíz del sentimiento
persevera y profundiza
al compás de los amantes.
El arraigo se construye
de momentos compartidos
y silentes confidencias
que confirman lo intuido.
De manera desenvuelta,
bajo la luz pertinente,
brota el fruto delicioso
de una justa equidistancia.
Explosión de gana y vida,
de impresiones concordantes,
de latidos que atestiguan
una verdad impagable.
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