La mirada introspectiva.

 


Si atendiéramos a la opinión general, podría dar la impresión de que pocas cosas resultan tan detestables como esos momentos de soledad en los que no queda otro remedio que enfrentarse a la feroz insistencia de nuestros propios pensamientos. Parece como si tales circunstancias hubieran de estar envueltas, de manera indefectible, por un halo de forzoso dramatismo.

No obstante, esos momentos de recogimiento personal, no sólo pueden ir acompañados también de un componente favorecedor sino que..., en determinadas circunstancias, pueden llegar a ser tremendamente necesarios.

En el seno de la nación invisible; aunque en ciertos aspectos pudiera parecer un contrasentido; no genera muy buena impresión que una persona no sepa gestionar las ausencias y pretenda el apoyo constante de los demás para sobrellevar sus angustias, fobias u obsesiones.

Tal vez (o al menos a mí es lo que me parece) a los qarpadios les guste dejar meridianamente claro que existe una muy notable diferencia entre estar solos y sentirse solos.

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