Battery low.

 



Todos, sin excepción, albergamos cierto tipo de carencias muy personales e intrasferibles. Su naturaleza varía mucho en función a cada persona y no suelen ser, en la mayoría de las ocasiones, cuestiones que, a priori, parezcan demasiado difíciles de ejecutar.

No obstante, cuando esa otra clase de necesidades de carácter más básico; como pueden ser nuestro inexcusable descanso o el propio sustento; se ven seriamente comprometidas, es tremendamente difícil mantener un adecuado grado de equilibrio entre capacidades y recursos.

El desarrollo y estabilidad personal no siempre cuentan con la debida y conveniente disponibilidad de tiempo y de medios para ser llevada a efecto y, el hecho de tener que tener que estar fijando nuestra atención sobre asuntos que no son (o no deberían ser) de nuestra competencia, van socavando, poco a poco, nuestras, ya de por sí, contadas energías.

Por esa misma razón, es toda una ventaja contar con el espaldarazo de poder desenvolverse dentro de un orden social donde las obligaciones de cada cual no sólo están claramente definidas, sino donde, también, el grado de exigencia en lo relativo a su comisión sea, de todas todas, innegociable.

Ese es, precisamente, el ámbito en el que se desenvuelven quienes pueblan nuestra singular y atípica ciudad, y esa es también la innegociable cláusula que todos ellos asumen con el fin de saber a que atenerse en todo momento en relación a los demás; sin excepciones torticeras ni excusas interesadas; para así no desperdiciar las potencialidades propias en obligaciones y responsabilidades que no les competen.


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