Gestión estacional.

 


Y al elevar la vista, buscando contemplar las inequívocas señales que anunciaban el nuevo ciclo, se respiraba un aire entre taciturno y esperanzado. Una promesa apenas esbozada que sugería y modificaba el ya conocido escenario de nuestro siempre cambiante devenir. Una ciudad que, sin dejar de ser la misma, se transformaba en algo completamente diferente. Un vector incipiente; una verdad que, todavía, no había sido escrita.

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