La fugaz incandescencia.
Llegará un día
en que su recuerdo se difumine;
en el que esos instantes,
de sublime delirio,
queden enterrados en el pasado.
Altivos, remotos..., desdibujados
como hitos en el horizonte,
proyectarán la imponente figura
de sus efímeras glorías
con tozuda y latente efervescencia.
Destellos transitorios
cuyo fulgor dejó huella
en el confín de unas pieles
que se volvieron eternas
en un segundo perpetuo.
Y..., aún así, aún hay tiempo;
tiempo de rendirse,
una vez más,
a la ínclita certeza
de ese divino abandono
que difumina los cuerpos
y amalgama identidades.
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