Por entre la bruma.

 


Al igual que sucede en muchos otros lugares, para nuestra ciudad también es un tiempo de ambientes sobrios y, en buena medida, desapacibles en lo meteorológico.

No resulta demasiado raro que, para algunas personas, esa suerte de penumbra semiperenne a la que nos toca hacer frente durante determinados meses del año sea el origen de un cierto desaliento que viene a impregnar de apatía su..., de otra manera, acostumbrada resolución.

No obstante, tal y como ya estoy habituado a descubrir, quienes muestran con nosotros la deferencia de ejercer de anfitriones en este insólito espacio, en tales circunstancias, sacan a relucir; una vez más; su particular capacidad de imprimirle una vuelta de tuerca a casi todo.

A medio camino entre una prueba de carácter y un examen de conciencia, no suelen dejar pasar las circunstancias intrínsecas a la actual coyuntura estacional para desmontar la engañosa y escasamente productiva creencia de que todo ha sido perfectamente estudiado y que nada queda ya fuera de nuestro control.

Ni tan siquiera aquello que presumimos de conocer de manera inequívoca se libra, en ocasiones, de verse enturbiado por una repentina y espesa neblina que, más allá de desbaratar nuestras perspectivas cotidianas, nos obligan a extremar las precauciones allí donde más seguros creíamos sentirnos y donde nuestra desenvoltura parecía haber quedado fuera de toda duda.

Pero en lugar de ver esto como algo negativo, se suele esgrimir como un beneficio inesperado y, en buena medida, provechoso por aquello de que tiende a mantener viva esa tan necesaria incertidumbre que, no sólo es un acicate en relación a mantener siempre una justificada prudencia, sino que, además, deja la puerta abierta al planteamiento de nuevas hipótesis y..., por ende, a la elaboración de toda una suerte de esbozos mentales que contribuyan a mantener ilesa y activa a nuestra imaginación manteniendola, de paso, a salvo de innecesarias, y puede que hasta enfermizas, introspecciones.

Como veis, por entre la bruma pueden esconderse muchas cosas y no todas, en contra del sentir general, necesariamente malas.

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