Qoncubium.


El sobrenombre que nuestra ciudad lleva asociado no es algo que se le haya atribuido de manera arbitraria.

Es bien sabido por todos que su verdadera naturaleza fluye, de manera más aguda y certera, en el momento justo en que la noche deja caer su insondable manto sobre ella.

Pero también es cierto que, tanto su particular configuración como su privilegiado emplazamiento, permiten disfrutar de algunos de los atardeceres más idílicos que uno pudiera imaginarse.

Por eso, si tenéis la oportunidad de hacer una pausa para disfrutar con calma de alguna de estas hermosas y efímeras escenas, no lo dudéis ni por un instante, y si eso, de paso, podéis aprovechar para tener presente el hecho de que...; lo que antiguamente era el indicativo más claro de de cuál era la hora en que tocaba irse a descansar; aquí, es la señal más patente e inequívoca de que es momento de ir espabilándose.

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