Incompatibilidad real, intereses creados o mera y simple desgana.




Estoy razonablemente seguro de que…, en algún momento, un buen número de los que tenéis la mala costumbre de asomaros a este escaparate, habréis experimentado una cierta confusión; una sensación infrecuente, indefinida y extraña, que viene a desafiar vuestro sentido de la lógica.

A mí me sucedió algo así cuando trabé contacto por primera vez con la colectividad que aquí os vengo describiendo. Al principio, nada me cuadraba. Los hechos de los que estaba siendo testigo no encajaban en ningún orden que yo fuera capaz de asimilar. Todo me parecía un tanto contradictorio y, por otra parte, no descartaba que lo que había sido puesto ante mis ojos no estuviera contaminado por una cierta propensión al fingimiento y la teatralidad.

Pero entonces, un buen día; sin abandonar para nada aquel entorno diferenciado; me sorprendí a mi mismo anticipándome a lo que podía llegar a suceder en determinadas circunstancias. Comenzaba a aplicar -aunque sólo fuera de forma parcial- el prisma adecuado al modo de parecer e interactuar de mis nuevos coterráneos. Fui consciente de que había empezado a normalizarlo, lo cual me llevo a plantearme la siguiente pregunta: “¿Qué es en verdad lo normal?”




Normal -dice el diccionario- “es todo aquello que se ajusta a una norma o regla”, pero claro, las normas varían sustancialmente dependiendo del contexto histórico y/o geográfico y, por ende, lo que se considera normal en momentos y lugares específicos no suele guardar entre sí una relación de coincidencia directa. Por lo tanto, todo cuanto os he venido refiriendo en relación a la nación invisible; y que, visto desde afuera, se podría calificar de “singular”; dentro de sus límites, estamos obligados a reconocerlo como algo completamente normal, puesto que…, si hemos de atender a lo dicho más arriba, todo se ajusta a las normas y las reglas que imperan actualmente en esa área.

En ese orden de cosas, puede resultar bastante extraño ver como en Qarpadia coexisten diversas variables de interrelación; a nuestro juicio; incompatibles. Nos cuesta mucho convencernos de cómo determinados actos físicos, de una crudeza incontestable, pueden constituir un reflejo de profunda ternura y afecto incondicional. Lleva algo de tiempo digerirlo -doy fe- pero lo que quiero resaltar es el hecho de que; al menos inicialmente; ese estilo de entendimiento tiende a generar en nosotros un profundo rechazo. No se trata ya de que tenga que gustarnos o, sencillamente, seamos capaces de tolerarlo, de entrada no contemplamos tales opciones. Del mismo modo en que tiende a sucedernos con otras muchas cosas, inconscientemente lo desterramos de nuestro ámbito de realidad alegando que tales conciertos resultan, sencillamente, imposibles. Lo cierto es que no sólo son viables sino que, además, pueden llegar a ser tan válidos, sólidos y duraderos como podría serlo cualquier otro.




Entonces… ¿a qué obedece esa especie de alarma programada que tiende a dispararse en nosotros cuando tomamos conciencia de que tales dinámicas afectivas podrían estar produciéndose a nuestro alrededor?  ¿Es por miedo? ¿Desconocimiento? ¿Aprensión? Todas ellas podrían considerarse reacciones lógicas, aunque resultarían igual de lógicas en el marco de situaciones que asumimos como cotidianas y que son aceptadas; o, al menos, consentidas; por la mayoría. ¿Por qué en este caso en concreto nuestra reacción tiende a ser tan distinta? Ahí dejo la pregunta. La cuestión ya es lo suficientemente compleja como para pretender dejar establecida una conclusión definitiva e irrebatible.

No obstante, como reflexión propia, pienso que muchas veces tendemos a rechazar por sistema todo lo que nos obliga a echar un vistazo a lo que está sucediendo fuera de nuestra zona de confort (no vaya a ser que nos dé por pensar y, de ahí, vayan a surgir “nocivas” y “siniestras” iniciativas). Es entonces cuando; a modo de defensa, aunque mal entendida; buscamos como desprestigiar, criminalizar o, directamente, suprimir, todo cuanto se nos antoja susceptible de ocasionarnos la más mínima incomodidad.





Comentarios

Entradas populares