Tontos de guardia.




Sin afán por distraer
con argumentos plausibles
una acertada atención
sobre mis imperfecciones,
quiero lanzar un aviso
acerca de la conjura
que, desde tiempos remotos,
soportamos resignados.

Alego contra esa horda
de necios impenitentes
que pululan convencidos
del valor de su ignorancia
mientras aguardan pacientes,
esbozando una sonrisa,
que la ocasión se presente
y de sentido a sus artes.

Son expertos en estorbo
e incompetencia supina
mas… se muestran diligentes
y no les tiembla la mano
para, en escasos segundos,
desmontar nuestros progresos
arrojando por la borda
todo el esfuerzo invertido.

Se diría que se turnan,
que entre ellos no hay vacantes,
pues no faltan candidatos
a prestar tales servicios;
esos que nadie les pide
y generan un mal trago;
para, después de sufrirlos,
deslizarnos la factura.

Parecen tontos cuando usan
su disfraz hecho a medida;
pero…, con tanta impostura,
siempre se pasan de listos.



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