Las horas.
Cuando…, sabedora de
la inminencia
de tu servil
cometido,
te aprestas al “enjaezado”
de unas carnes
expectantes
y sedientas de pecado,
¿cuál será la
cadencia
latente en tu
pensamiento,
cuál el sesgo
inadvertido que
en tu interior se
cobija?
Me gusta saberte así,
con esa efervescencia
contenida
bullendo por tus
venas;
con esa expectación,
no siempre
disimulada,
correteando bajo tu
piel.
Horas muertas, ahora
vivas,
que se impregnan con
el halo
de un presagio
escurridizo.
Cuenta atrás que
desemboca
en tus propios
apetitos
elaborados con calma.
Resulta imposible, mi Señor, tratar de disimular el ímpetu de mis carnes, el potente motor de mi pensamiento mantenido a ralentí y los sueños que se presentan estando aún despierta.
ResponderEliminarImposible también no restar días mientras sumo la experiencia y las ganas de continuar aprendiendo.
Mientras todo se mantenga así me sentiré segura en mi sentir.
Precioso texto...me podría acostumbrar...;)
Besines dulces
A Tus pies
Acostumbrarte es tu decisión. Que disfrutes de esa costumbre..., eso es lo importante.
EliminarUn beso y un azote mi dulce, y "acomodada", sierva
Muy buen escrito
ResponderEliminaro más bien
muy buenos escritos
sentimientos que erizan e incitan
Muchas gracias Marco.
EliminarTus letras tampoco es que se queden cortas. Seguiré con atención tus propuestas narrativas.
Un saludo y bienvenido a la ciudad.
Me había perdido, Caballero, pero es un placer poder regresar y reencontrarme con sus letras y su candencia y sentir.
ResponderEliminarBello texto para el fluir del sentir.
Saludos.
Bien hallada entonces, estimada Mağ.
EliminarGracias por tus elogios y ya vamos retomando el contacto.
Un saludo para ti también y encantado por la visita.
Horas muertas, horas vivas, horas sentidas, desde la piel hasta el alma devorando la poesía.
ResponderEliminarCómo me alegra saber que sigues publicando en este precioso rincón.
Un beso enorme.
Aún me restan muchas cosas por contar. Lastima no disponer de un tiempo acorde para ello.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, María.
Saludos afectuosos.
Que delicia leer su inspiración, fascinante también poder hacer propias sus palabras con las circunstancias mías
ResponderEliminarSandra
La inspiración, si se comparte, resulta gratificante por partida doble.
EliminarUn saludo, Sandra, y bienvenida a la ciudad