Antitrasunto.

 


En muchas ocasiones, da la impresión de que la realidad está cada vez más infravalorada. Ya no importa tanto el fondo de las cosas como la imagen que se ofrece de ellas (tenga esta mucho o poco que ver con el verdadero sentido de las mismas). El relato que se ofrece de algo cobra muchísima más relevancia que la esencia que encierra en su interior, lo que favorece la práctica de un cierto tipo de "anestesia mental" que lleva al consumo compulsivo de una clase muy específica de líneas de "razonamiento precocinado".

Resulta, así mismo, tremendamente curioso cómo, el argumentario sobre el que se sostienen teorías de lo más rocambolesco, son aceptados a pies juntillas en detrimento del más elemental sentido común. 

Así las cosas, es todo un alivio poder contar con otro tipo muy distinto de discernimientos bastante más en la línea del sobradamente probado método empírico y..., de esto, parecen saber bastante en el seno de la nación invisible.

No pasa nada porque existan distracciones o herramientas de evasión, pero teniendo muy presente que son sólo eso: pasatiempos sin mayor trascendencia. Están ahí, sin duda, pero en modo alguno se ha de permitir que condicionen nuestros valores y, por ende, el rumbo de nuestra propia existencia.

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